Elegir los estímulos sexuales y eróticos adecuados es fundamental para alcanzar la famosa y deseada multiorgasmia. Tanto los estímulos internos, tales como fantasías eróticas, pensamientos facilitadores y mensajes positivos, como los estímulos externos, objetos y sujetos de deseo o ambientes y contextos, entre otros, le facilitarán la misión, sin duda.

El orgasmo, que suele durar unos 10 segundos y genera múltiples beneficios, se caracteriza por las contracciones musculares producidas a nivel pélvico y genital. Estas se desencadenan, tras una adecuada estimulación, liberando así la tensión sexual y congestión vascular acumuladas durante las anteriores fases de deseo y excitación. Generalmente nos producen sensaciones placenteras físicas y mentales. Las primeras contracciones suelen ser intensas y muy seguidas, con intervalos de unos 0,8 segundos y, a medida que progresa el orgasmo, éstas se hacen menos intensas e irregulares. Por supuesto, existen diferencias individuales, entre sexos, según las edades y también según el nivel de entrenamiento que se tenga.

El músculo del amor, denominado así por su protagonismo en el campo sexual, es el pubococcígeo o PC, uno de los responsables de que esto suceda.

Es muy probable que pueda llegar a sentir cómo esos impulsos eléctricos desencadenados por este proceso, se elevan desde la zona sacra a lo largo de la columna vertebral, alcanzando diversas áreas cerebrales que dotan de sentido nuestras sensaciones y liberan las sustancias necesarias para generarnos placer y relajación.

En el caso de las mujeres, estas contracciones se reflejan en la vagina y el útero. Si se trata de orgasmos húmedos, con eyaculación o ‘squirting’, estas contracciones facilitan la expulsión del eyaculado por la uretra. Como ocurriría en el caso de los hombres cuando eyaculan. Las sensaciones placenteras más potentes se suelen originar por la estimulación del clítoris, en la mayoría de las mujeres. En caso de multiorgasmia, el proceso se repetiría, aunque las sensaciones placenteras podrían variar en intensidad.

En los hombres, las contracciones hacen vibrar la próstata, las vesículas seminales y los vasos deferentes, encargados de trasladar el esperma desde los testículos hacia el pene. Aunque el orgasmo no siempre vaya acompañado de eyaculación, suelen aparecer unidos. Tras el orgasmo, si se ha eyaculado, se iría perdiendo la erección paulatinamente, entrando así en un periodo refractario, lo que dificulta la erección durante unos minutos o incluso horas. De no existir eyaculación, aunque se pudiera perder turgencia en la erección, no aparecería el periodo refractario y se podría conseguir un nuevo orgasmo pues, la multiorgasmia no es únicamente una cuestión femenina.

En ambos casos, suelen producirse cambios extra genitales, como hiperventilación, taquicardia, variación en la presión arterial, contracciones rectales y uretrales, miotonía o relajación muscular y rubor sexual en la piel, entre otros. Igualmente, tras el orgasmo podría aparecer hipersensibilidad genital.

Alrededor del orgasmo se han construido varios mitos. Es habitual escuchar hablar de orgasmos vaginales y clitorianos, por ejemplo. Igualmente, podríamos hablar de orgasmos pezonianos, testiculares o anales, como si obtuviéramos orgasmos al estimular pezones, testículos o ano, pero no es así. Pues no existen diferentes tipos de orgasmo. La respuesta orgásmica es la misma, lo que sí cambia es el camino tomado hasta llegar a él.

Pues sí, la sexualidad es inherente al ser humano y  no solo se refiere a sus genitales, al coito, a los orgasmos o a las diferentes prácticas genitales. Se hace referencia también a su género, emociones, actitudes y creencias sexuales.

El multiorgasmo es muy deseado en la mayoría de mujeres y hombres, si estos supieran que también pueden llegar a conseguirlo.

En las mujeres, tras la obtención del primer orgasmo, se tiene que evitar parar y no permitir que baje en exceso la intensidad de la estimulación. Aunque pueda resultar desagradable y cuasi dolorosa por unos segundos, si se continúa, es muy probable que aparezca de nuevo el placer y se vuelva a producir un nuevo orgasmo.

En los hombres, habría que conseguir no eyacular durante el orgasmo, para evitar el periodo refractario. El taoísmo nos ofrece algunos trucos sexuales al respecto. Los taoístas, consideraban que eyacular suponía la pérdida de la energía vital, pero no deseaban privarse de los beneficios de orgasmar habitualmente. Para conseguir esto, estimulaban ‘el punto del millón de dólares’, llamado así por lo que pagaban para que se lo estimulasen adecuadamente.

Para llegar al orgasmo y a la multiorgasmia es importante, para ambos sexos, estar relajado, excitado y en plena clave erótica.

KYL

Con información de El Mundo.

Fotografía Gettyimages.