El Sumario – El Nobel de Química premió a los estadounidenses David Baker y John M. Jumper y al británico Demis Hassabis por descifrar el código de las estructuras de las proteínas a través del uso de la computación y la inteligencia artificial (IA).
Hassabis y Jumper utilizaron la IA para predecir la estructura de casi todas las proteína conocidas; Baker desarrolló métodos computerizados para crear proteínas que no existían previamente y, en muchos casos, con nuevas funciones, señaló en su motivación la Real Academia de las Ciencias sueca.
Sus hallazgos permiten una mejor comprensión de las funciones vitales humanas, entre ellas el porqué de algunas enfermedades y la forma en que ocurre la resistencia antibiótica; así como la creación de nuevos nanomateriales, minisensores y una industria química menos contaminante, además de acelerar el desarrollo de vacunas.
El experto indicó que el premio de este año “ha abierto un mundo completamente nuevo de estructuras de proteínas: Unas que se sabía que existían, pero no cómo eran, y otras que se diseñan desde cero, que no existen en la naturaleza, pero “que pueden hacer todo tipo de cosas maravillosas”.
Pionero en el uso de la IA agradece el Nobel
Demis Hassabis, un experto en neurociencia, cofundó en 2010 DeepMind, una compañía dedicada al desarrollo de modelos de IA para juegos de mesa y que fue vendida al gigante tecnológico Google cuatro años más tarde.
En 2018 Hassabis inscribió a su firma en el CASP, logrando con su modelo de IA AlphaFold un 60 % de predicciones correctas, superior al 40 % máximo registrado como máximo por otros científicos en años anteriores, pero todavía insuficiente.
La entrada de John Jumper, un experto en proteínas, en el equipo de Hassabis y el uso de transformadores, redes neuronales artificiales recién descubiertas, les permitió dos años después dar un salto cualitativo con AlphaFold2, cuyos resultados eran tan buenos como los de la cristalografía pero mucho más rápidos: lo que antes tardaba años, ahora se puede lograr en pocos minutos.
David Baker comenzó a explorar las estructuras de las proteínas en la década de 1990 y desarrolló un software que podía predecirlas, bautizado como Rosetta.
Después de obtener un éxito importante en el CASP de 1998, con mejores resultados que la mayoría, se le ocurrió usar el software a la inversa: en vez de introducir secuencias de aminoácidos en Rosetta y sacar de ahí las estructuras, podría lograr propuestas de secuencias a partir de una estructura deseada y crear proteínas completamente nuevas.
Fue así como pudo construir su primera proteína, llamada Top7 y distinta a cualquier otra ya existente, el primer caso de lo que el Comité Nobel considera un «extraordinario desarrollo».
Los tres suceden en el palmarés del Nobel de Química al francés Moungi Bawendi, el estadounidense Louis Brus y el ruso Alexei Ekimov, distinguidos el año pasado por el hallazgo y desarrollo de los puntos cuánticos, que han revolucionado la nanotecnología.
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El Sumario
Con información de EFE Servicios
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