Para quienes nunca han practicado esto, puede resultar extraño no hacer otra cosa que poner la atención en la respiración. Muchos de estos ejercicios pueden incorporarse al día normal de tareas, ya sea en casa o en la oficina.
Quien haya entendido el principio fundamental, podrá lograr grandes resultados con pocos ejercicios. Aplícalos en tu vida cotidiana: verás cómo las preocupaciones se irán alejando porque realmente te estás ocupando de ti y tu bienestar.
- Nada funciona sin respirar, pero pocos son conscientes de su respiración. Siéntate derecho e inhala por la nariz. Siente cómo el aire entra y sale de tu organismo y cómo el pecho y el abdomen se elevan y descienden. Relájate con cada inhalación.
- Caminar descalzo parece ser algo sin importancia alguna, pero hace una gran diferencia, sobre todo si se anda descalzo sobre grama o tierra. Puede dar un poco de cosquillas al comienzo, pero verás el bien que hace. Camina despacio, poniendo atención en cómo apoyas el pie y cómo el movimiento se va desplazando de una parte de la planta a otra.
- El «escaneo del cuerpo» permite hacer un recorrido desde la cabeza hasta los pies. Es un ejercicio ideal para aprender a dirigir la atención, para mejorar la percepción y aumentar la conexión con el cuerpo propio. Intenta concentrarte en el dedo más pequeño del pie y recorre parte por parte con absoluta serenidad.
- Dúchate con todos los sentidos: no pienses ni en lo que fue ni en lo que vendrá. Disfruta ese momento, escucha esa lluvia de agua, observa cómo se siente en cada parte del cuerpo.
- Por lo general uno bebe un té en el trabajo mientras continúa escribiendo, chequeando el correo o revisando otros asuntos. Deténte y sé consciente de ese momento, del sabor que percibes, del peso de la taza y de la calidez que emana de ella. El té no será el mismo.
Tomar consciencia de tu existencia y de cómo reacciona tu cuerpo a estímulos positivos exteriores te dará paz y tranquilidad durante todo el día.
EC
Con información de dpa.
Fotografía Gettyimages.
