El burro mirandés habita en el extremo noreste de Portugal, donde hay tres ancianos por cada joven y el descenso de la agricultura ha dejado sin ocupación al animal, quien ahora está en peligro de extinción.
Debido a ello, en las conclusiones de su tesis, el veterinario Miguel Quaresma plantea propuestas para que el burro mirandés tenga ocupaciones que ayuden a su supervivencia y que van desde la guarda forestal hasta la mascota de personas mayores e incluso como terapia de niños y adolescentes.
«El burro forma parte del paisaje tradicional de Miranda», explica Quaresma, quien cuenta que esta raza autóctona ha sido importante para la implantación de la población humana en esa zona, ya que ha contribuido a hacer la agricultura sostenible, soportando el extremo del y las altas temperaturas del verano.
«Son animales dóciles y sociales, que hacen mucha compañía a las personas mayores», dice el veterinario, que añade que cuando los ancianos desisten del de sus burros se vuelven más sedentarios, lo que les genera problemas de salud.
Uno de los posibles nuevos usos para el burro mirandés podría ser como guarda forestal debido a que, según Quaresma, el abandono de zonas de pastoreo hace a la región muy vulnerable ante los incendios.
Adaptándose a las nuevas características económicas y sectoriales de Portugal, Quaresma cree que el burro mirandés también podría utilizarse como mascota o en actividades turísticas como paseos montados para niños, «siempre sin intensificar y teniendo en cuenta el bienestar animal», puntualiza.
Ese es el mismo principio que, según él, debería guiar un posible uso para producción de leche de burra, un producto muy apreciado para la elaboración de productos cosméticos y antienvejecimiento.
El veterinario plantea también la importancia de la llamada «asnoterapia», una forma de terapia para niños y adolescentes con discapacidad o problemas de socialización en la que interactúan, cuidan o montan en burro, animales idóneos para esta actividad por ser tan mansos.
DS
Con información de El Diario de Caracas.
Fotografía Gettyimages.
