Su aplicación más conocida es la mascarilla, pero también sirve para aliviar contracturas musculares, insolaciones y más
Su aplicación más conocida es la mascarilla, pero también sirve para aliviar contracturas musculares, insolaciones y más

Ya los egipcios sabían que valía la pena darse un buen baño de arcilla, y hoy se han redescubierto sus maravillas, ya que contiene sustancias del período glacial.

La composición varía según de dónde se extraiga, pero la que suele aplicarse en la geoterapia contiene minerales como el silicato, la calcita, la dolomita y el feldespato y elementos relacionados como silicio, calcio, hierro, potasio, magnesio y sodio, y oligoelementos como el cobre, el manganeso, el níquel, el selenio y el zinc.

Hoy en día se puede conseguir en polvo. Cuanto más fino, más efectivo se cree que es su efecto. Incluso, algunos fabricantes también la comercializan en forma de pasta o de cápsulas.

Lo cierto es que su aplicación más conocida es en forma de mascarilla para la piel, pero tiene otros usos menos conocidos que son beneficiosos para la salud.

Puede servir para aliviar los efectos de una insolación. Además, se dice que estimula la circulación, por lo que a veces se aplica en tratamientos contra la celulitis.

En esta doble cualidad que le permite reducir ese tipo de molestias, también se puede aplicar en casos de contractura muscular, dolores de abdomen y hasta reuma y artrosis. Pero también es necesario ser precavidos: los especialistas advierten que, en casos de tener várices, aplicar paños tibios con este producto sería contraproducente.

La arcilla puede ingerirse, ya sea diluyendo una cucharadita en un vaso de agua o de té o tomándola en forma de cápsula. Sólo hay que acostumbrarse al sabor. Gracias a su contenido de carbonato, ayuda a combatir la acidez, los inconvenientes digestivos y las enfermedades intestinales.

Sin embargo, está prohibido ingerir cápsulas si se presentan alteraciones renales, diarrea aguda o fiebre, y siempre es importante tener en cuenta las indicaciones del envase y, por supuesto, de tu médico de cabecera.

EC

Con información de dpa.

Fotografía dpa/Andrea Warnecke.