Los procesos de experiencia en grupos de aventura obligan a estar juntos, generando la empatía y el compromiso necesario para lograr el propósito común

Hace un par de semanas, en una nueva entrega, transformamos algunas de nuestras experiencias en las cumbres más altas del planeta en un artículo de utilidad organizacional que compartimos por medio de El Sumario. En ese ensayo explicamos cómo cada integrante del equipo expedicionario aprendió a descubrir su rol y a respetar las fases de acción en función del propósito: escalar dos montañas con más de 6 mil metros en tan solo una semana.

Uno de los asuntos que tuvimos que aprender como grupo de escalada fue desarrollar empatía, pues era el elemento único o preciso que podía hacernos iguales para poder lograr lo que nos habíamos planteado. Como lo relata Reinhold Messner, uno de los más destacados montañistas de todos los tiempos, en su último libro, Vida de un superviviente, “cuando se trata de sobrevivir es la empatía lo que se convierte en elemento regulador de la igualdad de derechos, pues la naturaleza no tolera tutela alguna”.

En Nepal, específicamente en el valle del Khumbu, nos encontramos con gente maravillosa, pero culturalmente diferente, comenzando por algo tan básico como la relación que guardan con la naturaleza o la forma de desplazarse de un lugar a otro. Es interesante preguntarse ¿cómo desarrollar empatía entre grupos totalmente distintos?

Está claro que nuestros sherpas y porteadores estaban contratados por un periodo de tiempo para intentar cumplir un objetivo que era nuestro: escalar las crestas del Lobuche y del Imja Tse, pero nunca les preguntamos si lo que para nosotros era importante también lo era para ellos.

Históricamente y mucho antes que surgieran las regulaciones estatales en Nepal, ya los distintos pobladores se reunían como grupos de cazadores y recolectores que cooperaban de distintas forma en la caza de grandes animales. Y es que sin dejar de ser extraños, entre sí comenzaban a fiarse unos de otros. Nuestras experiencias generaron un proceso de confianza similar para alcanzar el propósito del grupo. A diferencia de lo que sucede en organizaciones centralizadas, repletas de desigualdades y apatía, los procesos de experiencia en grupos de aventura obligan a cada uno de sus miembros –ineludiblemente– a estar juntos, generando la empatía y el compromiso necesario para lograr el propósito común, en vez de las victorias solo individuales

¿Es posible desarrollar empatía en las organizaciones? Quizás volver a encontrarnos con lo esencial nos conectaría de otra forma con las personas que nos rodean en la consecución de un objetivo común, como lo hacían los antiguos pobladores de Nepal, acciones que hoy siguen vigentes en el país de las montañas más altas del planeta.

Alberto CamardielEspecial para El Sumario.

Alberto Camardiel / @acamardiel.

Fotografía cortesía Alberto Camardiel.