El Sumario – La casa de Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, ubicada en Johannesburgo, fue convertida en un elegante hotel en el que las personas pueden hospedarse y disfrutar de los platos que eran preferidos por el fallecido activista y que además están preparados por la que era su cocinera.
La vivienda solo conserva su fachada blanca original, dado que el interior del que una vez fue hogar de Mandela, fue remodelado en su totalidad y ahora cuenta con numerosos ventanales que proporcionan luz natural y se acondicionaron espacios para las habitaciones de los visitantes.
En unas declaraciones, el director del hotel, Dimitri Maritz, explicó que cuando Mandela llegó a la vivienda, “fue a tocar a todas las puertas de sus vecinos para presentarse e invitarlos a un té. Un vecino chino no lo reconoció y lo echó. Cuando se dio cuenta que había cerrado la puerta a Mandela, ¡se mudó!”.
La suite presidencial del hotel era el cuarto del expresidente, y todavía pueden verse los grabados de su nieto, su número de prisionero en Robben Island 466/64 y la palabra “Madiba”, como se le conocía.
El establecimiento abrió en el mes de septiembre y se llama Sanctuary Mandela (Santuario Mandela) para que los clientes puedan inspirarse de la tranquilidad y la energía positiva del líder fallecido.
Maritz destaca que los visitantes podrán apreciar fotos y grabados, además indica que “tenemos mil anécdotas sobre Madiba y referencias por toda la casa, pero solo se las contamos a los invitados si nos hacen preguntas”
Su cocinera Xoliswa Ndoyiya, quien le preparó platos durante unos veinte años y es hoy la responsable del restaurante del hotel, indica que el menú se inspira en la comida favorita de Nelson Mandela, al que describe como “un jefe sencillo y directo”.
Agrega que “era fácil de complacer. No le gustaba comer mucha grasa. Ni el azúcar. Pero sí le gustaba la fruta, en abundancia, en cada comida”. Sonriente, Ndoyiya cuenta que, si intentaba complacer a sus invitados con un plato que no le gustaba a Mandela, este le preguntaba: “¿Por qué no me das de comer bien?”. Y ella, “se sentía culpable”.
Sin embargo, destaca que “él sabía poner la gente en confianza, tratarnos como si fuéramos de la familia”, recuerda, antes de soltar una lágrima. La dirección quiere conservar “una atmósfera de casa, lejos de un museo o de un mausoleo”.
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Rubén Vásquez
Con información de medios internacionales
