
El Sumario – José «Chey» Vargas nos habla del positivo impacto de la educación musical en los jóvenes. Para muestra un botón, El Sistema, las orquestas y coros juveniles e infantiles de Venezuela (creado en 1975 bajo la iniciativa y el liderazgo del músico venezolano José Antonio Abreu, ahora Fundación Musical Simón Bolívar), reconocido y adaptado por una multiplicidad de países.
Vargas es bastante específico: En una sociedad cada vez más enfocada en la tecnología y las ciencias exactas, la educación musical a menudo se pasa por alto como una herramienta poderosa para el desarrollo integral de los jóvenes. Sin embargo, estudios y experiencias personales demuestran que la teoría musical y el solfeo no solo enriquecen la cultura, sino que también juegan un papel crucial en el desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes.
«Desde temprana edad, la música actúa como un lenguaje universal que puede despertar pasiones y fomentar habilidades que trascienden el aula. La teoría musical, a menudo percibida como compleja, enseña a los estudiantes a descifrar patrones, a escuchar atentamente y a comprender las estructuras que forman la base de las obras maestras. Este proceso no solo desarrolla habilidades matemáticas, sino que también refuerza el pensamiento crítico y la capacidad de resolución de problemas», destaca José Ángel Vargas Pérez.

-El solfeo, por su parte, va más allá de la simple lectura de notas. Esta práctica requiere memoria, concentración y coordinación, habilidades que son transferibles a otras áreas de estudio y a la vida diaria. Además, el solfeo fomenta la autodisciplina y la perseverancia, valores esenciales en cualquier camino profesional o personal.
La música transforma vidas
La educación musical también desempeña un papel vital en el desarrollo emocional. La música tiene el poder de conectar con las emociones más profundas de los individuos. A través de la interpretación y la creación musical, los jóvenes encuentran una salida para expresar sus sentimientos, aliviar el estrés y construir una autoestima sólida. La interacción en grupos musicales, como orquestas o bandas, enseña habilidades sociales y de trabajo en equipo, cruciales para el desarrollo interpersonal; prosigue Chey.
«En mi trayectoria como músico y educador, he observado de primera mano cómo la música transforma vidas. He tenido el privilegio de ver a estudiantes descubrir su potencial, superar desafíos y alcanzar niveles de excelencia que nunca imaginaron posibles. La música les proporciona un sentido de identidad y pertenencia, una comunidad donde pueden crecer y florecer» asegura el profesor.
-La educación musical, por lo tanto, no debería considerarse un lujo, sino una necesidad. En un mundo donde la competencia académica es feroz y las expectativas son altas, la música ofrece un refugio, un espacio donde la creatividad puede florecer y donde los jóvenes pueden encontrar su voz. Invertir en la educación musical es invertir en el futuro, un futuro lleno de individuos bien equilibrados, creativos y emocionalmente inteligentes.
«Es esencial que los sistemas educativos reconozcan y valoren el impacto de la música en el desarrollo integral de los jóvenes. Proveer acceso a programas de educación musical de calidad debe ser una prioridad para garantizar que todos los estudiantes puedan beneficiarse de las innumerables ventajas que ofrece. Al hacerlo, no solo enriquecemos sus vidas, sino que también construimos una sociedad más rica y vibrante», concluyó explicando.
El entrevistado y autor de los conceptos
Facebook/Instagram: @cheyvargas
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