Con el material recolectado creó la “Chernobyl: A Stalkers Guide” una guía fotográfica y un diario de viaje para acercar a los lectores a la realidad del lugar

El SumarioDarmon Richter es un escritor y fotógrafo independiente, quien desde hace unos años decidió emprender viajes de larga duración a distintos rincones del mundo, lo que le permitió retratar con el lente de su cámara lugares como Mongolia, Australia, Auschwitz, Corea del Norte y su más reciente aventura le llevó a recorrer las calles vacías de Chernobyl.

Fue en el año 2013 cuando hizo su primer viaje a este lugar como parte de una gira autorizada, con el pasar del tiempo su pasión por el sitio aumentó y desde el 2016 se encarga de dirigir y diseñar recorridos por la Zona de Exclusión, y una vez emprendió un recorrido de manera ilegal.

En una entrevista, el fotógrafo comentó que “después de esa primera visita, no sé si necesariamente hubiera querido volver a Chernobyl de nuevo. La experiencia de la gira que tuve no fue alucinante. Fue bastante sensacional. Tuvimos un grupo grande de 30 personas que fueron llevadas a las habitaciones y edificios abandonados con varias muñecas, máscaras de gas y todos estos accesorios que se sentían de alguna manera poco auténticos”.

Sin embargo, Richter volvió y no solo una vez más, sino que logró pisar suelo de la central nuclear “Vladímir Ilich Lenin”, ubicada en el norte de Ucrania.

Así, a lo largo de los años, gracias a las numerosas visitas, reunió suficiente conocimiento para escribir “Chernobyl: A Stalkers Guide”, una guía fotográfica y un diario de viaje recientemente publicado que lleva a los lectores más allá de los concomimientos básicos que se tengan sobre la zona.

Además, explicó cómo hizo posible realizar el recorrido y fue gracias a un “guía” (conocido como acosador) quien le acompañó, por lo que, después de cruzar el cercado, detalló que durante su única visita ilegal a Chernobyl, entró en la Zona de Exclusión vadeando el río Uzh, que forma una frontera natural con el resto de Ucrania.

Asegura que “fue bastante fácil entrar”, una vez allí pasaron cuatro días agotadores en los que durmieron en pequeñas casas en desuso durante el día y caminaron durante las noches, se escondían constantemente de la gente y controlaban los niveles de radiación. Les preocupaba que los atraparan y aunque tenían miedo de caer por los pisos de los edificios abandonados que exploraban o ser atacados por los lobos, pudieron completar su recorrido y presentar una impresionante galería del lugar.

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Rubén Vásquez

Con información de medios internacionales