Las historias a continuación corren de boca en boca como parte de la biografía nacional y a pesar de su antigüedad no han perdido la capacidad de asustar

El Sumario – A lo largo del territorio venezolano abundan una gran cantidad de historias y leyendas. Aquellas que, cuando teníamos entre 5 y 10 años nos helaban los huesos y ahora, después de grandes, nos ponen la piel de gallina.

Son precisamente esos «cuentos» de camino los que se han hecho famosos incluso en otros países y ponen a más de uno a pensar en qué harían de encontrarse en la situación en la que los «testigos» estuvieron al experimentar de primera mano una leyenda.

Sea en la capital o en uno de los pueblos más escondidos del llano, las historias a continuación corren de boca en boca como parte de la biografía nacional y a pesar de su antigüedad no han perdido la capacidad de asustar.

El monumento a la loca Luz Caraballo.

La loca Luz Caraballo

La loca Luz Caraballo es un personaje de la cultura popular de los andes, especialmente del Estado Mérida que fue inmortalizada por el escritor Andrés Eloy Blanco. Su historia cuenta que enloqueció por perder a sus cinco hijos y desde entonces vaga por todo el páramo, de Chachopo a Apartaderos, buscando a sus primogénitos.

El doctor Knoche

Esta leyenda cuenta que el doctor «Knoche» cuyo verdadero nombre era Gottfried Knoche era el creador de un líquido con el que momificaba cadáveres, inyectándolo en la vena yugular. El médico alemán vivió entre momias, en una hacienda en las laderas del Ávila, custodiada por cadáveres de la Guerra Federal. Al lado de la que fuera su casa, se encuentra un mausoleo donde descansaron los cuerpos embalsamados de Knoche, su esposa, sus hijas y sus asistentes.

Los vecinos de Galipán aseguran que aún se escuchan los pasos del galeno alemán, y que continúa entre ellos la presencia de las momias que custodiaban su hacienda. De ellas, la más famosa fue “el muerto que se negaba a morir”. Se dice que uno de los cadáveres que Knoche subió a lomo de caballo se zafó de las ataduras y rodó montaña abajo, desapareciendo por completo.

La Bola de Fuego

Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.

Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema.

La Sayona

La historia de La Sayona cuenta que es una mujer delgada, muy elegante, alta (los que la han visto dicen que puede medir hasta 3 metros), larga cabellera y largas uñas. Esta suele aparecerse a los hombres que les son infieles a sus esposas. Aunque la gente común la ve como un «símbolo castigador», otras versiones cuentan que la intención de la mujer es atraer a los hombres con dirección al cementerio, sin dejarse ver la cara y entonces cuando le ven el rostro es una calavera.

La Llorona

Retrato realizado por quien dice haber visto a la llorona.

Según la leyenda, la llorona fue una mujer que mató a su hijo porque lloraba mucho. Al parecer, la razón del llanto del niño era una enfermedad que le aquejaba. Entonces, cuando la mujer lo asesinó, su marido le echó una maldición diciendo que sería condenada a andar por el llano con el hijo a cuestas y llorando su destino. La mujer afligida por el pecado cometido y angustiada por la condena, se suicidó. Su alma en pena deambula por todos los rincones del llano.

La presencia de este espanto se detecta por espeluznantes llantos que generalmente se oyen en épocas de Semana Santa, sobre todo donde hay niños llorando. Se ha dicho que muchas personas solían oírla con frecuencia en los caseríos, cementerios y lugares solitarios, siempre en horas de la noche, casi nunca visible a los humanos. El comentario de la gente es que cuando los perros aúllan en la oscuridad de la noche es porque La Llorona anda rodando. Otras versiones, también del Llano, dicen que la llorona se la pasa recorriendo las orillas buscando los restos de un hijo que mató hace mucho tiempo. Por su crueldad fue castigada por Dios y condenada a llorar por el resto de su vida hasta encontrar el último hueso de su bebé.

El Silbón

Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado, y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela. La historia cuenta que si oyes su silbido lejos es porque está cerca, y si lo escuchas demasiado cerca, puedes estar tranquilo, ya se está yendo.

El Ánima Sola

Estampita del ánima sola.

Este es uno de los más espeluznante espantos para muchas personas, debido a que tiene como finalidad el hacer daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros.

Esta ánima se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la deuda de una manera tenebrosa.

En Guatire se cuenta que una señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga que tenía tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro, la visita se convirtió en un celaje que recorrió toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la vez que pedía perdón por el olvido, al momento la gran sombra abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.

El Hachador Perdido

«Si por la noche se escucha cabalgar algún lamento en San Casimiro se pinta la sombra de tu recuerdo, si es que te encuentras penando en las montanas del tiempo, con gusto hachador perdido, yo te rezare tu Credo…» Así comienza el «corrio» del Hachador Perdido, canto popular que nos habla de un ser alto, calvo, con ojos «como dos brasas que queman el alma», de dientes filosos, pecho cubierto de lana y manos planchadas como las de una rana. Que lleva siempre su hacha en mano para arremeter contra todo aquel que va a las montanas a cazar, no por hambre, sino por ambición.

Cuentan que en vida era un leñador que quería hacer su propia urna, pero un Viernes Santos salió al monte a realizar su tarea, cuando Dios lo castigó. Fulminándolo, en el instante en que levantaba el hacha para asestarle en un tronco, convertido en un anima en pena, su espectro vaga por los campos y bosques donde eternamente ha de ejercer su cometido. Oyéndose el lúgubre retumbar de secos y prolongados golpes de hacha.

Ninoska Moncada / @ninoskamci

Con información de Libro de Leyendas venezolanas y otros cuentos.