Pasar de ser hijo único al ser el mayor se trata de un ciclo normal en la vida, sin embargo su manejo podría afectar o beneficiar la vida del niño más grande

La tristeza infantil no nos gusta, nos rompe el corazón y no sabemos cómo reaccionar ante ella. «Es muy común que los adultos nos empecinemos en que los niños deben ser seres extraordinariamente alegres; en muchas ocasiones no les permitimos que vivan con tranquilidad su momento de tristeza. La buena calidad de vida del niño no depende sólo de las capacidades que haya dentro de cada ‘peque’, sino de la forma en que les enseñemos a utilizarlas», explica Verónica Rodríguez Orellana, terapeuta y directora de Coaching Club.

Sin embargo los cambios vitales son ciclos naturales y «muchas veces requieren de una adecuada gestión emocional para poder afrontarlos», continúa. Una de estas nuevas etapas es la llegada de un nuevo integrante a la familia. Este puede crear una separación emocional entre padres e hijos, pues procesan la noticia desde dos puntos de vista diferentes y a menudo opuestos.

¿Cómo gestionar la llegada de un nuevo hermano?

«Con la llegada de un nuevo hijo a la familia, la mayor dificultad para el niño es aceptar que ocupará el papel de hermano mayor, y que dejará de ser el centro de la escena familiar. Inicialmente, lo más complejo y doloroso es aprender a compartir a mamá y a papá», sin embargo, la situación puede proporcionar ciertos privilegios al pequeño, relacionados con la nueva posición que adquiere dentro del núcleo familiar.

Las pautas que los padres deberán seguir son:

Gestionar el tiempo: ayudar al niño a darse cuenta de que él va a ser el más grande, y que por lo tanto hará muchas más cosas que el bebé. Lo mejor es tratar de incluir al hermano mayor en tareas que puedan acercarlo al menor, dedicando tiempos exclusivos para cada uno.

Tener paciencia: es un proceso complicado y lleva tiempo. «Lo lógico es que se de un proceso de adaptación, lento, con idas y venidas entre un gran amor y un ‘odio’ natural. Que el niño pase de la indefensión a sentirse un superhéroe. Todas estas sensaciones y cambios son normales, como en todos las relaciones humanas donde están en juego el amor y la necesidad de no perderlo».

Aceptar: los padres deben facilitar al niño la expresión de sus sentimientos. Hay que darles seguridad en que el amor por ellos no se ha acabado y que se ama a ambos, para ello se deben crear momentos en los que el hijo puede hablar con sus padres sobre lo que siente.

Cuidar las palabras: estos grandes cambios traen asociadas frases o actitudes hacia los niños mayores que solo incrementan su sensación de pérdida. «Por ejemplo, las comparaciones o burlas refiriéndose al hijo mayor cuando intenta parecerse al bebé como ‘pareces un bebé’, o ‘mira lo que estás haciendo, eres aún más pequeño que tu hermano’. Los hermanos mayores muchas veces quieren copiar o recuperar conductas de bebé para identificarse con el lugar que ya no tienen».

Ser mayor no significa ser más responsable: ser el mayor no es bueno ni malo, tan solo es un nuevo rol que debe vivirse con sus matices. En ningún momento el hermano de más edad no debe estar impregnado de una responsabilidad extrema que no sea adecuada a su tiempo y maduración.

Amanda Gómez

Con información de Yahoo.