Haapsalu es una hermosa ciudad balneario de poco más de diez mil habitantes

En el noreste de Estonia, a una hora en carro de Tallin, se encuentra Haapsalu, una ciudad balneario famosa por su barro, su artesanía y el cruel final de un joven amor.

Allí nació la artista Ilon Wikland, quien ilustró los libros infantiles de la escritora sueca Astrid Lindgren. Wikland vivió en Haapsalu de los nueve a los 14 años de edad, en casa de sus abuelos porque sus padres se habían separado. En 1944, durante el último año de la Segunda Guerra Mundial, huyó a Estocolmo, donde vivían su padre y una tía y donde más tarde conoció a Astrid Lindgren.

Muchos de los edificios antiguos en Haapsalu parecen haber sido copiados de los libros infantiles de Lindgren. Por ejemplo, la casa de madera en el número 2 de la calle Linda, en la que vivió Wikland: plana, pintada de amarillo y con un pequeño jardín.

Hoy, Haapsalu es una estación termal con poco más de diez mil habitantes. En Estonia es conocida por su barro, sus bufandas y sus cuentos de terror. Ya durante el imperio de los zares, aristócratas rusos viajaban a Haapsalu atraídos por las propiedades terapéuticas de su barro. En el siglo XVIII, era un lugar de moda para el turismo curativo. Algunas de las casas de madera más antiguas se construyeron en aquellos tiempos. En una de ellas pernoctó el zar Pedro I cuando visitó Haapsalu en 1715.

Las bufandas, que dieron fama al balneario en toda Estonia, siempre son hechas a mano. En el número 25 de la calle Karja hay una exposición de esas prendas. El edificio que alberga la exposición y donde se encuentra un centro de artesanía fue en el pasado el primer centro comercial de la población. Actualmente se reúnen ahí todos los martes algunos miembros de la asociación de artesanos para realizar trabajos. ¿Y los cuentos de terror? En Haapsalu tienen una larga tradición y a la gente le gusta contarlos una y otra vez. Los cuentos giran en torno a la Mujer Blanca y el castillo episcopal en la plaza Lossiplats. El castillo en su estado original data del siglo XIII y se ha conservado en gran parte.

Dice el cuento que en la Edad Media uno de los jóvenes canónigos se enamoró perdidamente de una mujer igualmente joven y ella le correspondió con la misma pasión. A las mujeres se les prohibía entrar en el castillo. El canónigo introducía clandestinamente a su amante, disfrazada de hombre, en el coro de la iglesia como uno de los cantantes. Un día el engaño salió a la luz. El canónigo fue encerrado en el calabozo del castillo, donde murió de hambre.

El obispo mandó a empotrar a la amante en la pared de la capilla, que en ese entonces aún estaba en construcción. Ella sufrió detrás de la pared una muerte cruel. Si uno se fija bien, en las noches de luna llena de agosto todavía se pueden oír los lamentos de la joven, dice la gente.

LS

Con información de dpa.

Fotografía dpa.