Algunos clásicos, como Memoria o los rompecabezas, tienen sus versiones digitales, para smartphones y tablets

La nueva generación de juguetes 3.0 está aquí. Los más jóvenes se sienten muy cómodos con los smartphones y tablets; por eso, al margen de nuevas propuestas como Candy Crush, existen ya versiones electrónicas de juegos clásicos, como Memoria o la Generala.

La Feria de Juguetes de Nürnberg, que abre este miércoles sus puertas, no es ajena a esta tendencia y sigue buscando, como todos los años, la satisfacción de sus jóvenes clientes.

«Las empresas tradicionales deben cambiar de forma de pensar, tienen que desarrollar nuevos campos de negocio para seguir en el mercado«, afirma Ernst Kick, presidente del consejo de administración de la feria.

En el caso de la empresa Ravensburger, por ejemplo, su filial Ravensburger Digital se encarga del desarrollo de los llamados juguetes 3.0. La primera aplicación del juego de Memoria para iPhone fue lanzada a principios de 2010, y desde entonces han aparecido más de 40 títulos.

Los rompecabezas son otro caso destacable: hoy día, gracias a la era digital, se pueden disfrutar sin tener tapada una mesa durante días.

Otra firma, como Schmidt Spiele, también ha desarrollado juegos tradicionales en formato para smartphone, así como versiones digitales de libros infantiles exitosos.

Para los clientes, la ventaja es que las aplicaciones son en general más baratas que los productos que están en las bibliotecas de las tiendas. Por un juego de Monopoly se pueden pagar unos 35 euros, mientras que la aplicación para tablet de Hasbro cuesta 4,99 euros.

Los precios del sector digital se orientan según el mercado -en el que hay mucha oferta gratuita– y «también es cierto que en los productos digitales hay muchos costes de material y producción que no están presentes», subraya Bleyer.

Sin embargo, no todos los padres apoyan esta tendencia con entusiasmo.

En ese sentido, por ejemplo, un cuarto de las ventas de Ravensburger corresponden a títulos híbridos, es decir, a una combinación de elementos clásicos y electrónicos. Y en el caso de Schmidt Spiele, la fracción digital aumenta constantemente. «Pero un sector no se come al otro», asegura Yawar Haider, responsable de esa área.

Y es que mientras que los juegos digitales se usan solo o contra adversarios virtuales, un juego de mesa clásico se usa con los amigos o la familia, algo por lo que el consumidor está dispuesto a pagar más dinero.

Samuel Bello

Con información de dpa.