Un error común en las personas es tomar animales de sus áreas silvestres y llevárselos a vivir a la ciudad. La ternura que pueden representar los mismos podría convertirse en un caos total al imponerles un entorno tan diferente al que les es habitual.

Entre los animales domésticos, hay especies que han sido intervenidas por los seres humanos para apoyar ciertos procesos de producción y consumo, como los cerdos o vacas, mientras que otros son adecuados para convertirse en un miembro más de la familia, como los perros y gatos.

Pero las especies de granja, por lo general, no están adaptadas para vivir en las ciudades por razones de salubridad.

Mucho menos lo están los animales silvestres (aquellos que nacen en libertad y no dependen de los seres humanos). Estos no han sido estudiados en profundidad ni hay un protocolo médico para manejarlos, y pueden trasmitir enfermedades a los seres humanos y viceversa.

Loros, monos y tortugas son algunas de las especies silvestres que el ser humano insiste en convertir en mascotas, sin tener en cuenta que les podría estar haciendo mucho daño.

LS

Con información de El Entorno inteligente.

Fotografía Gettyimages.