Un estudio demostró que la forma en la que vestimos afecta nuestra creatividad

El Sumario – La idea de que para «ser» hay que «parecer» puede abordarse desde muchos sentidos, pero ubicándonos desde la moda y el vestido, el hábito sí hace al monje, al menos desde una perspectiva psicológica. Según un estudio publicado en Social Psychological and Personality Science, la gente que utiliza ropa formal para completar una serie de tareas presenta un mejor desempeño cognitivo que si lo hicieran en ropa informal.

La corbata y los mocasines para hombres o los tacones y el traje sastre para las mujeres tienen la capacidad de empoderar a sus usuarios y darles más confianza en sus propias habilidades y conocimientos, mejorando la creatividad (o la percepción de la misma). No solo los demás notan que nos hemos esforzado en vestirnos –con lo que se interpreta que le damos seriedad a nuestro trabajo y a las situaciones sociales–, sino que perceptualmente nosotros mismos nos sentimos más presentes y concentrados.

Pero la ropa formal no es el único ejemplo del hábito que hace al monje: los atletas que utilizaron ropa roja durante los Juegos Olímpicos del 2004 ganaron más medallas que los que vistieron en cualquier otro color; un estudio publicado en Journal of Sport ande Exercise Psychology mostró que utilizar rojo también permitió que los fisicoculturistas levantaran mayor peso.

Por último, un estudio de la Journal of Experimental Social Psychology encontró una correlación entre el uso de batas de doctor y la percepción de inteligencia. A un grupo de voluntarios se le dio una bata, diciéndoles que era de médico, y a otro grupo se les dio la misma bata diciéndoles que eran batas de pintores de brocha gorda. La gente a la que se le dio bata «de médico» tuvo mejores resultados en pruebas cognitivas complejas que los que tenían la bata de «pintor»; según los investigadores, las asociaciones de inteligencia que se relacionan con los médicos, a diferencia del trabajo manual asociado a la pintura de casas, hizo que los participantes «se creyeran el personaje», por así decirlo. En ese sentido, tal vez no haya diferencia para nuestro cerebro entre lo que es y lo que parece ser.

Samuel Bello

Con información de Pijamasurf.

Fotografía Gettyimages.