El cantante estadounidense aprovechará su presentación en el partido de fútbol americano para mostrar un poco de cómo será su nueva producción

El Sumario – Que Man of the Woods, el esperado nuevo disco de Justin Timberlake, salga a la venta precisamente este viernes no es casual: hace dos días que el cantante estadounidense cumplió 37 años y dentro de dos, el domingo, volverá a ser uno de los protagonistas de la final del Super Bowl. Y es que en el duelo que se disputarán los New England Patriots y los Philadelphia Eagles no sólo está en juego la Liga de Fútbol Americano.

La final del Super Bowl es el mayor acontecimiento deportivo del año en Estados Unidos, pero además, también es un gigantesco espectáculo tanto de estrellas como publicitario. No en vano, sólo en España lo siguen más de 111 millones de espectadores, con lo que se convierte en el programa de televisión más visto del año. Y a ellos se suman otros tantos millones de seguidores en todos los rincones del mundo.

Durante el medio tiempo de la final, Timberlake tendrá unos 13 minutos para lograr que el público de Minneapolis entre en calor pese a las gélidas temperaturas de -12 grados que se esperan. «Así de frío hace ahora mismo en Minnesota», escribía Timberlake el miércoles en Instagram junto a un fotograma del video promocional de Man of the Woods, en el que aparece envuelto en una manta caminando en un paisaje nevado. Y por supuesto, no se olvidaba de apuntar que el disco salía hoy a la venta.

En la rueda de prensa que ofreció el jueves, el cantante no quiso revelar detalles sobre cómo será su actuación del domingo. Tan sólo descartó la reunión de su antigua banda, NSYNC, o el regreso de Janet Jackson como invitada especial, tras el sonado incidente que ambos protagonizaron en 2004. En aquella ocasión, su segunda actuación en la final del Super Bowl tras la de 2001 con NSYNC, Timberlake se llevó por delante parte del top de Jackson, dejando al descubierto uno de sus senos.

Sobre aquella actuación corrieron ríos de tinta y, aunque los dos artistas explicaron que se trató de un defecto en el top de Jackson, los medios bautizaron el incidente como el «Nipplegate». Desde entonces, el Super Bowl se retransmite con un retraso de cinco segundos para poder «corregir» anécdotas del directo. Y éstas no escasean precisamente.

En 2012, la cantante M.I.A. levantó el dedo del medio ante las cámaras durante su actuación, lo que provocó que la Liga Nacional de Fútbol (NFL) se querellara contra ella y exigiera una indemnización por daños de 16,6 millones de dólares. Finalmente, ambas partes llegaron a un acuerdo cuyas condiciones siguen manteniéndose en secreto. Pero al año siguiente, tras la explosiva actuación de Beyoncé en Nueva Orleans, se produjo un corte eléctrico y el partido tuvo que ser detenido durante 30 minutos.

En 2015 fue el turno de Katy Perry, que interpretó sus hits Roar y Firework rodeada de bailarines caracterizados como tiburones. Sin embargo, entre éstos destacaba por sus singulares movimientos uno situado a la izquierda. Rápidamente, los usuarios de las redes sociales le crearon una cuenta en Twitter, @leftshark (tiburón izquierdo), a la que se sumaron miles de seguidores. El año anterior había sido el turno de Lady Gaga, que pese a descolgarse del techo del estadio NRG de Houston ofreció un show sin incidentes.

Con todo, el domingo Timberlake será tan solo una de las muchas estrellas que desfilarán por el Bank Stadium de Minneapolis. Antes de que comience el duelo, la cantante Pink se encargará de entonar el himno nacional estadounidense y, para calentar motores, antes que ella cantarán también Sting y Darius Rucker. Además, la final en sí atrae a numerosos rostros conocidos: Bradley Cooper, Will Smith y Tina Fey están considerados apasionados fans de los Eagles, mientras que Matt Damon, Ben Affleck, Elton John y naturalmente la supermodelo Gisele Bündchen -esposa del «quarterback» Tom Brady- son forofos de los New England Patriots.

También Danny DeVito, Chris Pratt y Cindy Crawford contribuirán al espectáculo como estrellas publicitarias. Y es que los anuncios que se emiten durante el partido también forman parte del show, aunque como cabe esperar el precio que pagan por ello es totalmente desorbitado. Por un spot de 30 segundos durante la final del Super Bowl las empresas llegan a pagar unos cinco millones de dólares.

Y de récord son también las cifras para la industria alimentaria: se calcula que los millones de espectadores que seguirán el duelo en televisión y en las muchas fiestas que se organizan con este propósito consumirán más de mil 350 millones de «alitas» de pollo, 20 millones más que el año anterior.

Barbara Munker (dpa)

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