Las personas que han sufrido algún trauma, o tienen problemas en la sábanas, recurren a estas personas

Hay hombres que se dedican a servir de ayuda a mujeres con problemas sexuales. No son muchos, pero los hay. En Estados Unidos apenas existe una decena de varones acreditados para tal trabajo. Ellos tienen la misión de acompañar a sus clientes en su “viaje a la plenitud”.

Hay un amplio abanico de razones por las que se puede acudir a ellos. Desde la simple inexperiencia hasta problemas físicos como el vaginismo, pasando por la recuperación de un adicción sexual, trauma, abuso, preorgasmia, inseguridad y una larga lista que engloba a todo aquel que necesite ayuda entre las sábanas, por razones físicas o psicológicas.

Uno de estos sustitutos sexuales, como se les llama, es Larry Villarin, quien se ha acostado con más de una docena de mujeres y algunos hombres. Entre sus clientes han habido vírgenes a los 40 años, otros eran personas cuya educación religiosa les había impedido disfrutar del sexo, unos cuantos eran millonarios y otros tenían alguna discapacidad. Sus edades han oscilado entre los 22 y los 75 años. “Las mujeres no están para satisfacerme”, explica. “Para eso estoy yo. En algún momento, dejaron de confiar en los hombres. Tengo que darle la vuelta”.

Por la naturaleza del trabajo, hay muchas confusiones. El objetivo es, ante todo, “proporcionar servicios terapéuticos de calidad, con cariño, dignidad, sensualidad y compasión”. Por supuesto, no se trata de masajistas, acompañantes o de maestros de yoga.

Tampoco es prostitución legalizada. La principal diferencia con ella es que, mientras que la prostitución tiene un objetivo de entretenimiento y proporciona satisfacción inmediata, el trabajo de los sustitutos es educar al cliente para que mejore su vida sexual. Por lo general el proceso es mucho más largo y la parte sexual es secundaria a lo esencial, que es la comunicación con el terapeuta.

Así y todo, tampoco se puede decir que sea sexo educacional, pues alrededor del 90% de la terapia no tiene nada que ver con el sexo: en la mayor parte de sesiones no hay ningún contacto físico entre cliente y experto.

De igual manera en que cualquier persona puede sufrir una enfermedad mental, cualquiera puede padecer  una enfermedad sexual; la diferencia, hoy en día, es que estas últimas siguen siendo un tema tabú. Los expertos recuerdan que si bien hay gente “normal” en otros aspectos de su vida, quizá puedan tener serios problemas en el ámbito sexual, razón por la cual deciden recurrir a este tratamiento.

LS

Con información de El Confidencial.

Fotografía Gettyimages.