3 mannequin dummies, facing other directions

La publicidad y los medios han protagonizado el engaño del siglo al venderle al público femenino un estereotipo de mujer perfecta inexistente. Mujeres retocadas con excesivo Photoshop son las imágenes perfectamente irreales que venden las principales revistas del mundo, al tiempo que los cuerpos logrados en quirófano y maquillajes trasformadores predominan en la televisión. Una falsa belleza es lo que todas perseguimos.

Los diseñadores gráficos, publicistas y editores de medios masivos concibieron hace mucho tiempo a la mujer perfecta, aquella que con las modas cambia de estatura y proporciones sin salir de una delgada dama que aumenta o disminuye el tamaño de sus atributos dependiendo del público que espera ser conquistado. Mientras, las mujeres del mundo se aferran a seguir esos ejemplos sin reconocer que por naturaleza todos los cuerpos son distintos.

¿Qué es la perfección femenina?

No existe, la mujer ideal depende de la concepción del entorno que la rodea. Cada una encuentra su esencia al descubrirse a sí misma probando tonos de cabello, distintos atuendos, simplemente encontrando lo que a ella particularmente la hace perfecta. El modelo de belleza universal es falso por algo la humanidad se constituyó entre diferencias, diferentes razas, estatura y  contexturas.

Todas somos perfectas a nuestra manera y el mundo lo sabe.  La fotógrafa de San Francisco Carey Fruth recreó con distintos tipos de mujer la famosa escena de la película American Beauty donde una joven reposa desnuda sobre una cama de rosas que además cubren con gentileza sus áreas erógenas, ¿adivina qué? Sin importar el peso, la estatura, la raza o la coloración del cabello todas lucieron perfectas, en una concepción que descubre la esencia de cada mujer.

Esta semana la modelo australiana Madeline Stuart, que padece síndrome de Down, se subió a la pasarela de la Semana de la Moda de Nueva York representando a la firma FTL Moda, sus peculiares rasgos no la privaron de cumplir sus sueños y mucho menos de ser aclamada por un mundo que exige afrontar realidades.

Y la gran realidad es que no existe la mujer perfecta.

Yelimar Requena

Fotografía de Gettyimages.