Expedición venezolana de montañistas cumple sus objetivos; logran comunicarse y reportan desde Nepal sus más recientes desafíos, resultados y vivencias

Alberto Camardiel nos describe a continuación, en una nueva entrega especial para El Sumario, los fragmentos más recientes y culminantes de la maravillosa experiencia vivida por el equipo de montañistas venezolanos, que estás últimas semanas alcanzó cumbres en la cordillera Himalaya.

En el sistema de los Himalayas, las montañas más altas del mundo, el tiempo transcurre de otra manera, no se cuentan los días, las horas o los minutos. La paciencia es clave para el éxito. Si bien es cierto que las cumbres se clasifican en metros, aquí se miden en pasos. El altímetro, el GPS o cualquier otro instrumento de medición pasa a un segundo plano. Los pequeños pasos que puedas dar, las ventanas de buen tiempo y el viento que lleva y trae las banderas de oración que reúnen los 5 elementos esenciales de la vida en el planeta, se vuelven determinantes, importantes, gigantescos.

Hacer una montaña puede ser una actividad muy rápida, pensar en alcanzar dos o más cumbres genera un compromiso mayor por parte de todo el equipo, desplazarse de un lugar a otro puede durar dos o tres jornadas completas, algo impensable para el mundo moderno. Puedes llegar desde Caracas a Delhi en tan solo 20 horas, casi el mismo tiempo que toma ir desde el campo base del Lobuche hasta el campo base del Imja Tse, mejor conocido como Island Peak, cumbre que logré en solitario.

La zona del Imja Lake ha estado especialmente supervisada. Un enorme lago ha logrado reunir el interés de canales de noticias, gobierno, lamas y todos los que han considerado el calentamiento global como un cataclismo que puede acabar con el equilibrio del planeta (no es que yo no lo piense). El Imja Lake recoge el agua glaciar de la inmensa y temible pared sur del Lhotse, segunda montaña más alta del mundo y principal objetivo de una solitaria expedición coreana que aguarda, precisamente, por una ventana de buen tiempo para intentar alcanzar su cima, que ha cobrado la vida de grandes montañistas, entre ellos el legendario Jerzy Kukutzca en 1.989.

Hoy les adelanto una especie de avance-resumen.

El tiempo no estuvo de nuestro lado, pero la paciencia si, desde Chukung, último poblado, hasta la base de Imja Lake, logramos arribar en una mañana, lo que nos garantizó superar las fuertes nevadas de las tardes dentro de nuestras tiendas, es allí donde comenzamos a dar los primeros pasos para el ascenso. Da igual si el altímetro marca 5.400 ó 5.500, el frío te hace pensar en lo estrictamente necesario para adecuar tu cuerpo, para gastar la menor energía posible, para seguir pensando en el siguiente amanecer, es así como funcionan las cosas en las altas montañas.

Salimos a eso de las 3 de la madrugada, en lo personal, estaba claro que era una oportunidad única de alcanzar una nueva cumbre en menos de una semana. La montaña, para nosotros, estaría divida en 3 partes: La escarpada zona de rocas, un trayecto de unos 700 metros de desnivel muy exigente físicamente, que acabó con las fuerzas de otras expediciones o equipos de alemanes y franceses que nos acompañaban. Una segunda zona que conecta las rocas con el glaciar, y la parte final: una increíble escalada de 300 metros de pared que conecta con la arista cimera y último tramo antes de la cumbre.

Superar estas etapas o tramos y lograr la arista cimera transformó el esfuerzo de todo un equipo en inspiración para alcanzar la cumbre. Acompañado de Lhakpa Nuru Sherpa disfrutamos desde lo más alto de las cumbres hermanas. La pared sur del Lhotse, el  Makalu y el Cho Oyu, una de las más importantes en la historia del montañismo venezolano. Esa, esta vez nos trajo hasta Nepal, para celebrar los 10 años, una década, del primer ascenso de una una compatriota, una mujer de nuestra amada Venezuela hasta una cumbre de más de 8.000 metros sobre el nivel del mar. Tal y como referíamos en la entrega anterior.

Alberto Camardiel

Especial para El Sumario.

Fotografías cortesía de Alberto Camardiel.