Gruñón, de malas palabras y perfeccionista, así fue Dimitri Mendeléyev, quien descubrió el patrón subyacente de la tabla periódica. Se dedicó por completo a la química y fue, además, quien impuso la variación de 40 grados al vodka; sí, esa bebida que a tantos les gusta.
Nació en Siberia en 1834 en una familia numerosa en la que se cuentan por lo menos 17 hermanos. Al nacer Dimitri su padre quedó ciego, por lo que la madre se encargó de la familia y llevó las riendas de la fábrica de cristal fundada por su abuelo. Allí, entre cristales hermosos, el joven conoció a un químico que le inculcó el amor por la ciencia.
No todo le fue sencillo: a pesar de su pericia e inteligencia, Mendeléyev fue rechazado por la Universidad de Moscú, debido a la política que seguía el centro de no admitir a nadie que no hubiera nacido en la propia ciudad, y se volvió a trasladar hasta San Petesburgo para cursar sus estudios. Al culminar la universidad enfermó de tuberculosis y fue enviado hasta la península de Crimea para curarse de sus dolencias. Mientras se recuperaba, decidió seguir formándose por su cuenta y trabajó como profesor de ciencias.
En 1869 publicó su gran obra Principios de la química, en la que desarrollaba la teoría de la tabla periódica. Sin embargo, no se quedó solo con eso y decidió alterar el orden de las masas para ordenar los elementos según sus propiedades cuando fuera necesario. Además, tuvo la visión de dejar huecos en blanco para nuevos elementos, que se fueron añadiendo con el paso de los años hasta la actualidad.
Lo que pocos saben es que Mendeléyev tuvo mucho que ver con la historia del vodka, emblemática bebida rusa que se destilaba de forma casera y se producía con una acumulación alcohólica que iba de los 10 a los 50 grados. Los estudios del químico ruso le permitieron llegar a la conclusión de que 40 era la cifra ideal: hacía que el calor producido en su consumo fuera el mínimo y, por tanto, se mantuviera al máximo su sabor.
Con su impecable currículum hubiera sido considerado un químico célebre en cualquier país, pero sus ideas liberales hicieron que Rusia nunca reconociera sus méritos de forma oficial. De ese modo nunca fue admitido en la Academia Rusa de las Ciencias como él anhelaba.
Así como no logró reconocimiento en su país, tampoco consiguió la mayor satisfacción de todo químico, el Premio Nobel. El Comité Nobel de Química recomendó a la Academia Sueca de Ciencias que el máximo galardón se le concediera al creador de la tabla periódica, pero la Academia lo ignoró. Cuentan las malas lenguas que el culpable tiene nombre y apellido: Svante Arrhenius, un científico sueco que ya había ganado el galardón de física en el año 1903, que tenía una gran influencia sobre los encargados de decidir el vencedor y que guardaba gran rencor hacia Mendelèyev. En 1907, un año después de que se truncara ese reconocimiento a su labor, el científico murió.
Amanda Gómez