Hay muchas técnicas, aunque, probablemente, lo mejor será enviarlas con un experto

Reunirse a ver las diapositivas de un viaje forma parte del pasado. Hoy, las fotos se comparten en Facebook, en el blog o se muestran a los amigos en las tabletas o el televisor. Por eso es importante digitalizar todos los negativos o diapositivas que aún se guarden en el antiguo formato, antes de que el paso del tiempo lo haga imposible.

Hay muchos sitios profesionales en los que se pueden digitalizar las imágenes, o bien uno puede hacerlo por sí mismo. Ambas opciones tienen pros y contras en cuanto a tiempo y dinero, señala Michael Wolf, de una asociación alemana de protección del consumidor.

Si se trata de unas pocas fotos no tiene sentido gastar en aparatos costosos, y por otro lado digitalizar cientos de imágenes puede llevar mucho trabajo, lo que habla a favor de dejarlo en manos de los profesionales.

La protección de los datos sería el principal argumento en contra, señala Wolf. Por ejemplo, sería una catástrofe que se perdieran algunos negativos muy queridos, y puede haber fotos privadas que uno no quiera dejar en manos de desconocidos.

Si se hace en casa el proceso, todo depende de lo que haya que digitalizar. Lo más fácil de hacer son copias de las fotos en papel, señala Markus Linden, de la revista Fotomagazin. Para eso alcanza con un buen escáner plano para fotografías.

En el caso de diapositivas o negativos es más difícil. «El problema es que hay que agrandar las imágenes a la vez, porque se fotografió en formato pequeño», explica Linden. «Solo en 24 por 36 milímetros».

Técnicamente hay dos procedimientos básicos. Se pueden escanear o volver a fotografiar. En este último caso se proyectan sobre una pantalla y se los vuelve a fotografiar con una cámara digital de alta calidad.

También se los puede escanear, pero a la hora de agrandar la foto estos aparatos tienen sus límites, señala Linden: «A menudo se ve mal». Por otro lado, hay escáneres específicos para diapositivas, pero según Linden hace tiempo que no sale ninguno nuevo de alta gama. Y los baratos son decepcionantes. Sirven para que no se pierdan los recuerdos, «pero eso no es nada cuando uno adora las fotografías».

De la misma opinión es el experto Sascha Steinhoff. Además del problema con el hardware, la cuestión es que escanear o volver a fotografiar es un trabajo bastante arduo. Las imágenes tienen que ser colocadas en plantillas en las que normalmente caben cuatro negativos o diapositivas por vez.

Además, cada proceso de escaneo puede tardar -según modelo y resolución deseada- hasta 15 minutos. Y luego el resultado en realidad tiene que volver a ser editado con un software para corregir colores y eliminar eventualmente rayones o restos de polvo.

Todo este trabajo lo puede ahorrar un profesional, comenta Steinhoff, que ha creado una web en la que aparecen cientos de tiendas a las que uno puede acudir. «Lo mejor es mandar primero unas pocas imágenes y ver si uno está conforme con la calidad», recomienda.

También es fundamental hacer una selección, opina Steinhoff. Aunque no hay por qué tirar las diapositivas o negativos una vez hecha la digitalización. Su conservación depende mucho de cómo hayan sido guardadas, pero tampoco los formatos digitales duran para siempre. Por eso nunca está de más hacer copias con regularidad.

LS

Con información de dpa.

Fotografía dpa.