El Sumario - Los paleontólogos investigadores manejan diversas teorías sobre el funcionamiento de estas

El Sumario – En la Patagonia argentina fueron identificados fósiles de una nueva especie de saurópodo, caracterizada por las largas espinas inclinadas hacia delante en su cuello. Bajadasaurus pronuspinax, es el nombre que se le dio al hallazgo de formación geológica conocida como Bajada Colorada, a la familia de los dicreosáuridos distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico Inferior hace alrededor de 140 millones de años.

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El descubrimiento fue publicado en Scientific Reports por un equipo de paleontólogos del CONICET (el organismo oficial de investigación en Argentina) del Área de Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides) y del Museo Paleontológico «Ernesto Bachmann».

Fotografía: JORGE A. GONZÁLEZ/CONICET / Europa Press
Fotografía: JORGE A. GONZÁLEZ/CONICET / Europa Press

«La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es un motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de Bajadasaurus creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones», afirmó Pablo Gallina, investigador adjunto del CONICET en la Fundación Félix de Azara y primer autor del trabajo.

Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas servían de soporte de una especie de vela que regulaba la temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual. También se especuló, por ejemplo, que estas especies podrían haber tenido una joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas. Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales ataques.

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Por otro lado, el estudio del cráneo, el mejor preservado de mundo para un dinosaurio dicreosáurido, sugirió a los investigadores que estos animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno.

Angélica Rodríguez

Con información de dpa

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