El Sumario – En los siglos XII y XIII, los cortesanos se hicieron expertos en el arte de piropear a la mujer, de hecho, fue la época en la que se dio el auge de los trovadores, mientras que ya entrado el siglo XVII, se usó con mayor frecuencia en tratados y poesías, adoptando sinónimos literarios como chispazo, fogonazo de ingenio y palabra encendida.

Aunque suene a cursilería barata, durante esa época en España principalmente, se puso de moda arrojar las capas de la vestimenta al paso de la dama deseada; igualmente, en el siglo XIX los caballeros tenían la costumbre de taparse los ojos al pasar frente a una mujer, como indicativo de estar deslumbrados por su belleza; asimismo, lanzar besos al aire con las manos para denotar que existía gusto, atracción o empatía.

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Lo curioso de la historia, es que el piropo fue relacionado inicialmente con una joya, que solía ser obsequiada a las mujeres que querían cautivar los pretendientes, por lo que pasó a definirse como la acción de regalar algo bonito, delicado, hermoso o sutil a una dama.

En la actualidad, el piropo ha pasado a ser callejero, improvisado u ocasional, hasta el punto que podría ser considerado una costumbre oral y popular. De hecho, las variaciones han comenzado en algunos casos a rayar en lo vulgar y descortés, por lo que en ocasiones más que causar agrado en las féminas, produce enojo, rechazo e incomodidad, dando paso a peleas o acaloradas discusiones públicas.

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Tomado de Culturizando

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