Leonor Arenas ha encontrado en el voluntariado satisfacción y aprendizaje

¨La juventud es el futuro¨. Leonor Arenas es un vivo ejemplo de esta frase tan popular. Está estudiando en la Universidad Central de Venezuela para ser psicóloga y desde hace un año y medio se dedicó de lleno a ser voluntaria de una ONG llamada Techo. En ella ayudan a personas que viven en pobreza extrema a tener mejores viviendas y les bridan las herramientas necesarias para el desarrollo comunitario.

Un voluntario es un héroe de nuestro país. Lo es porque entregar tiempo y esfuerzo por una causa noble que contribuye con el desarrollo del país merece tal reconocimiento.

Yo siempre he pensado que ser voluntario es un sacrificio. Sin embargo Leonor, entre sonrisas y una actitud que muestra total decisión, derribó mi teoría:

¨Siento que la palabra no es sacrificio. El tiempo, la energía que he dado, ha sido voluntariamente, porque he querido. No es sacrificio. Yo lo hago porque me gusta y me llena. Es mentira que no hay nada a cambio cuando eres voluntario. Ganas un montón de experiencia, conocimiento, amigos. Es algo que te llena como persona, que es realmente invaluable aunque no te paguen con dinero. Creces y te enriqueces. Interiormente te hace sentir más completo, más feliz. Y exteriormente estás cambiando la realidad¨.

Esta posición tan decidida en ella me hace pensar en que la satisfacción que siente al hacer su trabajo es enorme y hermosa. Su labor es dura: enfrentar cara a cara una realidad del país que duele. También está clara en una cosa: ¨Yo entré en esto porque me cansé de ver que las cosas estaban mal y que no estaba haciendo nada para cambiarlo ¿Por qué seguir quejándome si puedo hacer algo al respecto?¨.

Es por eso que Leonor no ha interrumpido sus actividades como voluntaria. Está enamorada de su labor. Una labor que ama y que ha pasado a ser una parte importante de su vida. Además, el aprendizaje que obtiene por participar en el voluntariado le dan más razones para seguir ayudando a personas que lo necesitan.

En el año y medio que tiene en Techo, ya es voluntaria fija y por eso se desempeña como coordinadora del equipo universitario. Ella y sus compañeros se encargan de llevar el mensaje a otro jóvenes e intentan que el tema de la pobreza y su solución sea uno de los temas principales de conversación en las casas de estudio.

Sin embargo, tomar la decisión para formar parte del voluntariado no fue fácil. Los prejuicios de las personas más cercanas a ella la alejaron, en un primer momento, de su primera visita a una comunidad. ¨A días de ir a mi primera actividad, los comentarios de mi ex novio y mi mamá de qué iba a hacer yo para allá con gente desconocida, hicieron que me molestara, que les hiciera caso, y por eso no fui¨. Pero al poco tiempo, se inscribió para otra actividad, no les hizo caso, fue a Colinas de Los Rosales en Los Valles del Tuy y quedó enamorada del trabajo.

Es comprensible. Me refiero al miedo que su familia pueda sentir porque Leonor iría a un lugar donde conviviría con personas desconocidas y, en cuanto a recursos, distintas a ella. Es un prejuicio. Muchas personas piensan que las comunidades de pobreza extrema son peligrosas y que la gente es muy diferente a ellas.

Con respecto a esto, hay dos cosas importantes. Una es que el peligro está en todas partes: hasta un vaso de agua es peligroso. La segunda se refiere a qué tan distintas son las personas que viven allí. Leonor, que ha tenido bastante convivencia con ellos y se ha conectado con esas comunidades tan necesitadas por medio del trabajo duro, me dio la respuesta: ¨en las actividades trabajas mano a mano, y allí te das cuenta de que, aunque sí hay unas diferencias económicas, en realidad las diferencias como personas son pocas. Compartimos muchas cosas, estamos en el mismo país y aunque no lo creas, a veces vivimos situaciones parecidas ¨.

Y ese trabajo mano a mano crea vínculos emocionales y propicia que Leonor siempre quiera volver. ¨Ese tipo de convivencia hace que las personas se acerquen. Quisiera volver a visitar la comunidad, tengo mucho vínculo con ella. Yo la recorrí y la gente me ofrecía refresco, torta, comer en su casa. Son abiertos y receptivos. Al principio algunos son más cerrados, pero después se abren a tu presencia y ayuda. Es difícil no vincularte con alguien al que le estás construyendo la casa donde va a vivir.¨

Una de las cosas que más me encantó al conocer a Leonor fue su alegría. Y aunque el tema de la pobreza y las condiciones sociales en las que viven los niños de esas comunidades hicieron brotar una profunda tristeza de sus ojos, ella no se rinde. Sabe que a través de sus acciones puede aportar su granito de arena para cambiar de la realidad.

Para ella es vital conocer para entender. Ese es el primer paso para derrumbar los prejuicios. ¨No es lo mismo ver una comunidad desde afuera que estar allí. Tienes otra perspectiva, ves los problemas: ves el país diferente, a los demás, a ti mismo. Ese compartir te permite entender. En la medida que te involucras y piensas: “¿qué pasaría si fuera yo? ¿cómo serían las cosas? ¿qué tendría que hacer?”, empieza a cobrar sentido y entiendes por qué hacen lo que hacen. Entonces te vas librando de prejuicios. Y en la medida que te liberas de prejuicios, te puedes conectar.¨

Después de conversar con Leonor, reafirmé que el voluntario es una figura importante para la sociedad, y más para una como la nuestra. Tal como ella me lo dijo: ¨el voluntario tiene una capacidad de construir muy grande. No me refiero a construir solo cosas materiales como una casa o un parque, sino a construir tejido social. Conocer, aportar, hacer crecer el país, hacer posible que las cosas mejoren. Suena como un cliché, pero realmente ayudas a que tu país mejore. Ayudas a las personas y creces tú como ser humano.¨

¿Te gustaría ser voluntario pero no te decides aún? Busca un área que te guste, involúcrate y enriquece tu espíritu ayudando a quienes más lo necesitan. ¨Aunque suene cliché, ser voluntario te cambia la vida. Vale la pena, es una súper experiencia. Aunque veas cosas que te duelen mucho, la sensación de poder hacer algo al respecto, te hace seguir actuando para cambiarlas. A aquel que quiera ser voluntario le digo que no tenga miedo, que trate de librarse de prejuicios para poder cambiar la realidad, porque cuando te enfrentas al miedo, ganas mucho más. Eso me pasó a mí. Vale en experiencia mil veces más del tiempo que le entrego. Te ayuda a crecer y te construyes a ti mismo».

Eimy Daniela Cauterucce