El Sumario El Hatillo es el escenario de una de las obras más significativas realizadas en Caracas, y es que una pequeña plaza de la localidad fue utilizada para construir un bello mural con al menos 200.000 tapas recicladas.

Se trata de cuatro gigantescas guacamayas coloridas y un araguaney que invitan a los habitantes y transeúntes a recordar la importancia de la conservación de la fauna y la flora venezolana.

La obra, es considerada por sus organizadores uno de los murales ecológicos más grandes de América Latina y la primera de su tipo en Venezuela, teniendo como finalidad crear conciencia ecológica entre los pobladores de la capital venezolana, que atraviesa por una complicada situación social, económica y de descuido de sus áreas verdes y comunes.

El joven de 23 años de edad, Oscar Olivares, es la mente creativa de tan espectacular mural, que con el apoyo de la organización ambientalista local, OkoSpiri y el Movimiento en la Arquitectura para el Futuro, logró subirse a un andamio de más de tres metros de altura para regalarle a la comunidad un poco de arte natural.

La obra deslumbra la ciudad y es considerada una de las piezas decorativas más grandes de su tipo en toda América Latina

El artista venezolano, pintor más joven del ArtExpo de Nueva York de 2017, no dudó en identificar al mural como el más importante compromiso profesional de su carrera que inició a los 14 años.

La composición, hecha con tapas, también integra “cuatro grandes girasoles, las montañas del parque nacional El Ávila, que rodea la ciudad de Caracas, y un grupo de edificios que se pierde entre una verde pradera y un cielo estrellado, con dos pequeños platillos voladores, elementos característicos del trabajo reciente del pintor”, tal como lo documenta una nota de prensa.

Esta información ha sido difundida por agencias de noticias, otros medios de comunicación y las redes.

Olivares utilizó la técnica del puntillismo mezclando decenas de miles de tapas con sus colores originales, para diseñar y dar forma a las diferentes figuras antes mencionadas.

Con 43 metros de largo y una altura de alrededor de siete metros, el mural está conformado por más de “200.000 tapas plásticas de botellas de refrescos y envases de alimentos, medicinas, productos de aseo personal y limpieza que aportaron miles de habitantes invitados a participar en el proyecto a través de las redes sociales y la empresa local MultiRecicla, que se dedica a recolectar y almacenar materiales reciclables” explicó el joven artista.

Recuperación de la plaza

María Daniela Velasco, fundadora de la organización no gubernamental OkoSpiri que a mediados de 2018 comenzó la búsqueda de alianzas y financiamiento privado para llevar adelante el proyecto, que costó unos 2.000 dólares y en el que participaron 12 personas, señaló que espera que la obra sirva para crear conciencia entre los habitantes de la capital sobre cómo se puede dar una “segunda vida” a productos altamente contaminantes que generalmente se lanzan a la basura para crear “espacios de vida, de arte, de color”.

La pequeña plaza de El Hatillo, que por años estuvo abandonada y se había convertido en un vertedero de basura, ahora resurgió gracias a la restauración de las áreas que ejecutó la alcaldía del municipio y la instalación del mural.

“Esta plaza estaba abandonada y no tenía vida. Con este mural se recuperó la vitalidad del lugar y se rescató un espacio para la comunidad”, expresó Mariana Martínez, una periodista de 25 años, mientras relataba cómo junto a cientos de vecinos había colaborado en la recolección de las tapas.

“Para mí esta obra representa la esperanza en un país que queremos reconstruir, así sea a punta de tapas plásticas recicladas”, sostuvo la joven.

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Dayana Vásquez Vásquez

Con información de agencias, otros medios y redes sociales