Carmen Buinizkiy plantea que el contexto facilita o dificulta el logro de metas, pero la visión positiva, la confianza en el futuro y en uno mismo materializan el éxito

Si entendemos la pobreza como la carencia de lo esencial para solventar las necesidades que se presentan a medida que se vive, encontramos que cada vez más personas en Venezuela caen en ese estado de necesidad, algo que solo les permite mantenerse enfocados en resolver el “día a día” con la mayor efectividad posible, lo que implica llegar a casa a salvo, comer, aunque sea una vez solamente y prepararse para repetir la rutina al siguiente día. Y eso tiene más que ver con sobrevivir, que con progresar.

Un contexto como ese, pareciera ser poco estimulante para los sueños, entendidos como esas aspiraciones de lograr metas y superar la adversidad del presente. Sin embargo, estoy conociendo personas que me demuestran exactamente lo contrario, para ellas los sueños son aquello a lo que se aferran mientras viven mal, en la dificultad y en la pobreza, porque su capacidad de visualizar posibilidades les dice que su realidad no es una condena sino el combustible necesario para tomar acción y cambiar lo que no les gusta a punta de trabajo duro, enfocado y resciliente.

Ese es el caso de María Fernanda Brea, quien podría llegar a convertirse en una reconocida cantante de ópera y en una extraordinaria representante de Venezuela, como en su tiempo lo fue Alfredo Sadel.

María Fernanda, hoy con una beca de 100 % otorgada por la Juilliard School de Nueva York, una de las más prestigiosas escuelas de música del mundo, estudia una maestría que la llevará a perfeccionar su arte, algo con lo que sueña desde los 11 años cuando su papá llevó unas cantatas de Bach a su casa en Los Frailes de Catia, una barriada muy humilde de Caracas. En este caso, la dura realidad y la escasez contrastan con la abundancia en cultura y con el amor de unos padres que apoyaron a su hija hasta las últimas consecuencias. María Fernanda soñó, estudió, trabajó duro, buscó apoyo y mantuvo una sonrisa ante la vida, mientras seguía el consejo de su papá: “practica hasta que huela a ajo”. Lo que implicaba que nunca había que dejar de practicar y de esforzarse por el mejor resultado.

En otras ocasiones los sueños no vienen del estímulo externo, sino de una mente que no se conforma con la mediocridad, permitiéndole al soñador imaginar lugares y posibilidades que aún no existen pero que vale la pena hacer realidad. Este es el caso de William Cejas, creador y director del periódico El Emprendedor, a quien de pequeño le decían que dejara de soñar y pusiera los pies en la tierra, porque en la parroquia La Vega, donde vivió alrededor de 30 años de su vida, la realidad supera con creces la posibilidad, pero William no hizo caso. En su interior sentía que tenía que haber algo más que la experiencia de carestía y dificultad, así que identificó aquello para lo que era bueno, se armó de valor y salió a construir una vida mejor.

En mi trabajo de investigación como directora ejecutiva de Capefi, una organización que acompaña a las personas en el andar hacia el éxito y como editora de www.asisoytricolor.com, nuestra iniciativa de responsabilidad social empresarial, hay una pregunta que he buscado responder: ¿El contexto define a las personas o las personas pueden prosperar a pesar de su contexto?

Las experiencias con nuestra investigación sugieren que, si bien el contexto facilita o dificulta el logro de metas, una persona que ha construido una visión positiva de su futuro, que siente pasión por sus ideas, que confía en sí misma aunque nadie más lo haga y que tiene el coraje necesario para hacerse cargo de recorrer el camino de la incertidumbre hasta su meta, puede superar su contexto limitante y crear uno nuevo.

Mientras la pobreza se viva afuera y no en el corazón, los sueños y el trabajo duro serán el vehículo que nos lleve hacia el progreso.

M.Sc. Carmen Militza Buinizkiy

Especial para El Sumario.

Directora Ejecutiva de Capefi. Investigadora. Emprendedora. Editora de www.asisoytricolor.com

Con sueños y trabajo se supera la pobreza
Carmen Militza Buinizkiy