El artista venezolano representa el plato fuerte de la Bienal de Liverpool. Un éxito en el que se han involucrado sus hijos y su nieta

Carlos Cruz Diez nació en Caracas el 17 de agosto de 1923. O sea, hoy día tiene 92 años. Una edad en la que la mayoría de las personas pasa gran parte de su tiempo en la cama. Pero los artistas buscan la inmortalidad: y si no la consiguen con su obra, al menos, en ocasiones, el arte los llena de una vitalidad que desconoce de los prejuicios del paso del tiempo. A Carlos Cruz Diez le han sucedido ambas cosas. Y, además, desafió el tantas veces mentado consejo que invita a no mezclar familia y trabajo. Él lo hizo y el éxito se convirtió en un asunto familiar.

El artista plástico, que es uno de los máximos representantes del op art, celebra con un barco que el cinestimo navega por las aguas del reconocimiento mundial. En el 2014, transformó en Liverpool el histórico barco Edmund Gardner en un monumento, con un diseño inspirado en las pinturas de camuflaje para los buques de la I Guerra Mundial. Edmund Gardner pintado por Carlos Cruz Díez«Estos barcos tuvieron muchas significaciones en el pasado, que he querido cambiar. Fueron barcos para escapar de la muerte, y hoy este es para el regocijo de esta ciudad», declaró el artista.

La creación, exhibida en el museo Albert Dock de Liverpool, Inglaterra, cuenta con un mosaico de tonos vibrantes –rojo, verde y amarillo, junto con el negro– en su cubierta, que evocan otros colores y formas según la distancia desde la que se contemple. El barco ha servido para inaugurar el programa cultural 14-18 NOW, que conmemora el centenario de la I Guerra Mundial; igualmente, es una de las muestras que componen la Bienal de Liverpool, que arrancó el pasado cinco julio y se extenderá hasta el 25 de octubre.

El barco antes de estar listoEl artista trabaja junto a sus hijos Carlitos, Jorge y Adriana. También lo hace junto a su nieta Mariana Cruz Delgado, hija de su hijo Carlos y de Silviana. La joven diseñadora de moda habla inglés, francés, japonés y español; por eso es la encargada, en Liverpool, de fungir de traductora entre los fanáticos y periodistas que quieran acceder a su abuelo. Del mismo modo, su pasión por Japón, país que visita con frecuencia, le servirá de ayuda para guiar a su abuelo en los recorridos que haga por esas tierras.

Para la curadora Sally Tallant, de la Bienal de Liverpool, el gran reto era encontrar a un artista con una trayectoria lo suficientemente enorme como para representar el plato fuerte de la Bienal. Desde el año 2006 en Islandia, cuando conoció el trabajo de Cruz Diez, quedó convencida de que tenían que trabajar juntos. El maestro reúne las cualidades necesarias, cumple con todas las características indispensables para un reto como este, y, lo más importante, nunca se amilana. Edmund Gardner antes de ser pintado

Carlos Cruz Diez trabaja con un afán y talento que inspiran respeto y admiración. Sus talleres son dirigidos por sus hijos. Carlos y Jorge, los mayores, se encargan de París y Panamá. Su hija Adriana, diseñadora gráfica, colabora desde la capital francesa. El hombre entregado al arte no solo tiene años cosechando éxitos para sí, que enorgullecen a toda Venezuela, sino que igualmente ha afrontado su vida personal y familiar con la misma pasión con la que labora en sus talleres.

LS