Joven, dinámico y exitoso. Así desean los fabricantes de automóviles que sea su cliente. La realidad, en cambio, es diferente, ya que el promedio de edad de los compradores está por lo general en torno a 50 años y sigue subiendo.

Las automotrices se adaptan a esta situación y aunque no desarrollan coches específicos para la llamada clientela «silver age», Günther Fischhaber, director de innovación de producto en Audi asegura: «Ya abordamos la tendencia en 2005 y creamos el proyecto ‘G plus'».

Ergónomos, diseñadores, psicólogos, científicos del deporte así como investigadores de tráfico y de accidentes analizan desde entonces las exigencias de los conductores de más edad. «En el desarrollo tenemos en cuenta las necesidades de los más mayores, pero no diseñamos un auto específico para este público, ya que estos clientes no desean un producto ‘old age'», afirma Fischhaber.

La edad no marca una diferencia en el comportamiento de venta, explica Frank Ruff, director del departamento de Sociedad y Tecnología del consorcio Daimler. «Los estilos de vida de clientes mayores son cada ves más particulares y variados, por lo que las diferencias de edad pierden su significado», dice. El desarrollo de vehículos se orienta por ello no por la edad, sino por el estilo de vida del cliente.

Los ingenieros conocen las necesidades de diferentes grupos de clientes con ayuda de la investigación de mercado y las simulaciones y prueban así con antelación la aceptación de sus diseños. Las marcas que operan globalmente como Mercedes, Ford, BMW y Audi no sólo tienen en cuenta el espectro completo de edad, sino también el diferente origen regional y los estilos de vida indidividuales.

También en el consorcio Volkswagen los ingenieros trabajan desde hace años en el cambio demográfico. «Pero no desarrollaremos un coche especial para seniors», descarta Helge Neuner, director del departamento de Conductor dentro del de Investigación de la marca alemana. Los seniors no desean un modelo especial para ellos, según las encuestas y los estudios.

«En lugar de eso, buscamos soluciones que se acomoden a todos los clientes según el siguiente lema: lo que es bueno para la gente de más edad, no puede ser malo para los jóvenes», cuenta Neuner. En el primer plano está la capacidad física y psíquica de las personas.

Por ejemplo, la facultad visual: de este modo, los números en el velocímetro son más grandes para que puedan ser mejor reconocidos. De esto se aprovechan también los conductores que no tienen ningún problema. Los mismo vale para los asientos ergonómicos, que mitigan los dolores de espalda y aumentan a la vez la atención del conductor. Los sistemas de asistencia pueden igualmente ser beneficiosos para todos. Son elogiados por los más mayores como una medida de comfort y de seguridad creciente, pero también los jóvenes celebran la cámara trasera y el maletero que se abre automáticamente.

Para que los ingenieros jóvenes puedan ponerse en el lugar de los conductores más mayores, Ford desarrolló en 1994 un traje de simulación de edad que imita una visión peor, limitación del campo de vista, pérdida de oído, limitación del movimiento de cabeza, de la capacidad de reacción y de la coordinación. Incluso se simula la menor movilidad de articulaciones y la pérdida de fuerza. Y hasta el temblor de Parkinson en la mano.

LS

Con inforación dpa

Fotografía Gettyimages