fotos antiguas

Las sonrisas, al parecer, no fueron invitadas a las primeras fotografías de la historia. En el siglo XIX, cuando aparecen las primeras imágenes permanentes en blanco y negro, el ánimo de las personas parecía ir a tono con la ausencia de colores en las fotos.

¿Significa esto que antes la humanidad era más triste?

La verdad, no necesariamente. La risa y el regocijo no solo eran habituales en el pasado, sino que estaban mucho más institucionalizados que hoy en día: desde los carnavales medievales hasta las imprentas georgianas, donde la gente se reunía para enterarse de los últimos chistes. Y los victorianos, que inventaron la fotografía, también fueron quienes dieron a la Navidad el carácter de fiesta laica que hoy conocemos.

Lo que sucede es que hacerse una foto entonces era un momento significativo en la vida de una persona, a veces una experiencia única. Era como el registro atemporal de una persona, para nada distinto a cuando posaban para un cuadro.

Y los retratos quieren siempre expresar la conciencia de la mortalidad y el misterio de la existencia. Un cuadro como la Monalisa es una notable excepción, y Leonardo Da Vinci debió trabajar años para que esa sonrisa funcionara.

La melancolía y la introspección dominan el retrato al óleo, y esa sensación de la seriedad de la vida pasó de la pintura a los albores de la fotografía.

LS

Con información de El País.

Fotografía Gettyimages.