Los hábitos cotidianos tienen un gran impacto en nuestra piel, ya sea por el modo en el que nos alimentamos o la cantidad de horas que dormimos.
Igualmente hay factores genéticos que pueden ser determinantes, pero si un individuo se expone frecuentemente al sol o consume alcohol y tabaco en exceso, los daños serán notorios en la piel.
Para evitarlo es fundamental consumir antioxidantes. Son sustancias naturales que permiten al cuerpo defenderse, evitando que los radicales libres impacten en las células. Entre los principales antioxidantes están las vitaminas C y E, el beta-caroteno y los oligoelementos como el selenio y el zink.
La vitamna A, por ejemplo, es necesaria para la renovación del cutis a nivel celular. Está presente en la leche, las zanahorias y el pescado. Las cremas no garantizan un cutis perfecto.
La vitamina C también es fundamental para la regulación de la humedad en la piel, mientras que las vitaminas E y B son un factor decisivo para la renovación de la piel. Están presentes, entre otras cosas, en los productos elaborados a base de cereales, en las verduras y en productos lácteos.
Beber suficiente agua también es clave para que el cutis pueda irradiar salud. El líquido es fundamental para la turgencia de la piel. Se recomienda que las personas adultas beban entre 1,5 y 2 litros de agua por día.
Está comprobado que la alimentación balanceada es un aporte fundamental para tener un cutis sano. El consumo de grasas saturadas y embutidos en exceso llevan sin lugar a dudas a una piel llena de impurezas.
Natasha Guevara
Con información de dpa.
Fotografía Gettyimages.