Artículo de Gabriel Roar

El Sumario – Un viejo adagio italiano dice: piano, piano va lontano. Que lo podemos traducir como poco a poco llegaremos lejos.

En principio es una frase bien intencionada que refiere a la dosificación del esfuerzo y a la constancia. Hasta ahí todo bien, sin embargo, cuando vamos a la práctica o al menos en la mía, he encontrado que mucha gente no tiene claro un destino o una meta. No tuvieron una suma de sueños de infancia que les sirvieran de referencia para convertirse en ese hombre o en esa mujer que alguna vez imaginaron.

Entonces, ese andar despacio es una evidencia de una clara suma de incertidumbres que luego se juntan o tropiezan con un andar apurado y reactivo que dice: “estoy perdiendo la vida” y debo “hacer cosas”. Pero las preguntas de base son: ¿Cuáles cosas y con qué fin? Hasta no definir eso, la gente reactivamente sólo sobrevive y no construye un futuro. Se limita cotidianamente a “correr la arruga”, como decimos en criollo.

Estas personas en algún momento de su vida van a sufrir de los miembros bajos, por ejemplo, en el caso de las mujeres es frecuente encontrar várices que dejan ver como su fuerza se ha ido perdiendo y su arraigo es cada vez más pobre. Pero, podemos encontrar gente que con su dolor de ciática le dice al mundo: me duele mucho contactar mi realidad tal cual es y la verdad, es que siento que no puedo huir de ella y estoy atrapado aquí… sin embargo, hago un esfuerzo enorme por no doblegarme, aunque emocionalmente hay momentos en los que no doy para más.

En una sociedad con una evidente crisis económica y social es fácil contactar desesperanza y tristeza al ver como aparentemente las puertas de las oportunidades se van tornando escazas y cada vez más cuesta arriba, pues la inflación parece disolver todo esfuerzo de ahorro.

Sin embargo, el problema de base no es lo que ocurre afuera, sino cómo se está viviendo o sobreviviendo en esa situación. Sin una definición ni un norte claro de qué se quiere SER como persona y en consecuencia qué se quiere HACER en la vida, hasta la mejor de las sociedades es abrumadora.

Los chinos definen caos como: crisis más oportunidad. En cambio, aquí tiende a verse sólo la crisis o el lado terrible. Bien dice el dicho: en toda crisis unos lloran y otros venden pañuelos… la pregunta para ti es: ¿Cuál es el tipo de pañuelo que te haría feliz vender? Y la respuesta no es: cualquiera que me de plata… dinero no es felicidad.

¡Si no eres feliz disfrutando y apreciando lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta!

Gabriel Roar

 

Gabriel Roar, Comunicador especializado en Bioenergética

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