Este nuevo método consiste en un papel que cambia de color en contacto con la saliva de un paciente que alberga la enfermedad o no. El tiempo de duración para recibir una respuesta no es mayor de diez minutos y puede realizarse en casa o en cualquier otro lado.

El proyecto fue desarrollado como parte de una maestría por Ximena Estefanía Olvera, estudiante de ingeniería biomédica. La joven fue asesorada por el doctor Nikola Batina, investigador del Laboratorio de Nanotecnología e Ingeniería Molecular de la UAM; y el maestro Miguel Cadena. Los especialistas explicaron que eligieron la saliva como una fuente de análisis ya que la toma de la muestra no molesta al paciente, no es invasiva y es más fácil de obtener.

«Queríamos un nanobiosensor que la persona pueda usar cada seis meses para estar tranquila. Una gota de saliva puede ser la diferencia entre dormir tranquilo o no», declaró Batina. «Nuestra filosofía es que sea accesible. No se necesitan aparatos clínicos especiales, y la respuesta ‘sí’ o ‘no’ es con base en el color que arroje», agregó.

Añadió que este sensor también es crucial para aquellos pacientes en periodo postoperatorio después de un tratamiento, pues permitirá saber si el cáncer regresó o no.

El comunicado resaltó que toda la tecnología empleada en el proyecto, que lleva dos años de trabajo, fue desarrollada en el laboratorio de la UAM. «Las sustancias, las fracciones, las concentraciones, la aplicación del papel y su cuidado; todo se desarrolló aquí. Esto es novedoso en el mundo», declaró el investigador.

El proyecto comenzará a realizar pruebas clínicas en pacientes y está protegido bajo derechos de propiedad industrial en México, con solicitud de patente.

Sin embargo, el equipo empleado en la mastografía es costoso y, por tanto, pocas personas pueden acudir a una revisión. En el caso de la autoexploración, es necesaria una educación en salud para que las personas aprendan a realizar el procedimiento.

LS

Con información de El Espectador

Fotografía Gettyimages