Nueva Zelanda cuenta con majestuosos paisajes que han sido escenario de muchas películas, sin embargo, Barry Cox utilizó sus 12 mil metros de jardín en Ohaupo en Waikato, para construir una iglesia de árboles vivos.
Cox construyó el proyecto tomando en cuenta una particularidad: al ser los materiales excesivamente costosos, decidió utilizar únicamente plantas reales. Su trabajo consistió en transportar los árboles desde la raíz, a través de una maquinaria especial, para otorgarle nueva vida a los árboles maduros y con la intención de que no fueran derribados.
Cuatro años le tomó seleccionar su material y plantarlos estratégicamente para que crecieran y cobraran la forma, por eso los fue cambiando durante su crecimiento y finalmente retiró la estructura cuando los árboles se habían unido a ella y le dieran vida a la iglesia. Hoy en día es un sitio emblemático, muy visitado y escogido para celebrar bodas, fiestas y otros eventos.
DS
Con información de Buen Diario.
