Desde hace 15 años, en un pueblo de Texas (Estados Unidos) es común ver a Eugene Bostick alimentando, cuidando y paseando en tren a decenas de perros abandonados.

Al jubilarse, Bostick se dio cuenta de la gran cantidad de perros que sus vecinos abandonaban en la calle. Consciente de la miserable vida que esperaba a los animales, comenzó a acogerlos en su casa.

A falta de dueños, él y su hermano, con quien vive, ejercían las labores de padres adoptivos. «Empezamos a alimentarlos, a dejarlos pasar a casa, a llevarlos al veterinario, a esterilizarlos y a castrarlos. Les dimos un lugar donde vivir», explica.

Luego se le ocurrió que debía hacer de los paseos diarios una actividad divertida. Así decidió llevarlos a dar vueltas por el pueblo en un tren casero, tirado por un pequeño tractor que los hermanos poseían.

«Cada vez que me oyen cogiendo el tractor para pasearlos se excitan mucho. Vienen paseando y saltan por ellos mismos en el tren», añade. Bostick les lleva a arroyos cercanos donde pueden refrescarse y relajarse.

AG

Con información de Magnet.