El Sumario - Desde el 5 de octubre de 2017 cientos de denuncias retumbaron en el mundo debido a acosos y abusos sexuales, algunos de ellos cometidos por figuras públicas

Ocurrió durante el funeral de Aretha Franklin: el obispo rodeó con el brazo a la cantante Ariana Grande y le tocó los pechos, aunque después se disculpó. Grande vivió un momento muy desagradable sobre el escenario, algo que muchas mujeres comprenden bien. No retiró la mano, quizá no fue consciente en ese momento o pensó que sería mejor no montar un escándalo.

Durante mucho tiempo, esto ha sido la tónica habitual para muchas mujeres: mejor callar para evitar problemas. Pero desde hace un año existe una campaña para denunciar momentos como el que vivió la cantante estadounidense: «MeToo» (yo también).

Todo comenzó el 5 de octubre de 2017 cuando se publicaron las primeras acusaciones contra el todopoderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein, que destaparon la verdadera naturaleza de un hombre brutal que usaba su influencia para aprovecharse sin escrúpulos de las mujeres.

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Bajo el hashtag #MeToo muchas mujeres pero también algunos hombres hicieron públicas sus vivencias: desde conversaciones y manoseos hasta violencia vivida durante años. #MeToo se convirtió en un movimiento global que sacó a la luz historias nunca oídas. El viejo verde, el compañero con la mano larga o el desconocido que se masturba en el metro. Apenas hay una mujer que no haya experimentado algo así.

Pero, ¿cuál es la dimensión real del problema? Según un estudio realizado en la Unión Europea (UE) en 2014 sólo un porcentaje de las mujeres que sufren violencia de género acuden a la Policía o buscan ayuda.

Para algunas, #MeToo fue una liberación aunque llegara con retraso, pero para otros se convirtió en una caza de brujas. En muchos países el debate tuvo graves consecuencias: muchos famosos cayeron en desgracia tras ser acusados de agresión sexual. A la cabeza de ellos, Weinstein y Kevin Spacey, protagonista de la exitosa serie «House of Cards».

Poco a poco, algunos de ellos se están atreviendo a volver a la escena pública. Por ejemplo, el cómico Louis C.K., que tras haber pasado nueve meses retirado de los focos después de haber admitido acosos secuales de varias mujeres reapareció a finales de agosto en el legendario club Comedy Cellar en Nueva York.

Su breve actuación desató un intenso debate en Estados Unidos: numerosos comentaristas criticaron que su regreso llegaba demasiado pronto y que C.K. no había mostrado ningún arrepentimiento.

El debate está servido: ¿hay que dar una segunda oportunidad a los hombres y las mujeres involucrados en un escándalo del #MeToo? Y si es así, ¿cuándo y a quiénes?

C.K. no es el único que está intentando regresar a la vida pública. Los presentadores de televisión Matt Lauer y Charlie Rose, entre otros, están considerando volver a la pequeña pantalla. El programa de Rose de la cadena PBS lo conduce ahora la periodista Christiane Amanpour. «¿Que si pienso que es absolutamente necesario que una mujer haga ahora este trabajo? Absolutamente. Eso es lo que creo», aseguró Rose.

A la hora de decidir si debe haber un regreso rápido es decisivo determinar cuánto pesa la culpa en cada caso. Por ejemplo, nadie puede imaginarse el retorno de Weinstein, que entretanto está acusado de seis delitos sexuales que él niega, mientras espera a ser procesado. Tampoco es probable la vuelta del actor Bill Cosby, que acaba de ser condenado a entre tres y diez años de prisión por haber drogado y atacado sexualmente a una mujer hace más de una década.

Pero en los casos en los que se trata de delitos menos graves se podría producir un regreso y seguramente el acusado también encontraría apoyos, dijo a la cadena CNBC la experta en adicciones Anna David. «Nuestra cultura trata de construir y destruir, e impera la memoria a corto plazo. Si se puede sacar beneficio de una estrella, entonces se encontrará la forma de que pueda volver», señaló.

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Para un regreso que tenga un amplio respaldo social se necesitaría una disculpa de los acusados, que mostraran arrepentimiento públicamente y un tiempo. Y siempre debería hacerse en colaboración con las víctimas, escribió la autora Roxane Gay en «The New York Times».

Para ella, un comediante como Louis C.K. debería esperar un tiempo, así como compensar económicamente a las mujeres que agredió por todos los trabajos que éstas hayan perdido por su culpa y ayudarlas a encontrar nuevas ofertas de empleo.

«También debería donar dinero a organizaciones que trabajen con víctimas de violencia de género y admitir públicamente lo que hizo y por qué lo hizo, sin excusas, sin distracciones», afirmó.

Por Caroline Bock, Julia Naue y Christina Horsten (dpa)

Con información de dpa

Foto: Frank May/picture alliance/dpa

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