Compartir fotos de lo que cocinamos o comemos se ha convertido en una fiebre en Internet, aprende lo que significa

La tendencia foodie, ese que combina la pasión por fotografiar la comida, es un fenómeno en redes sociales. Allí las imágenes gastronómicas desbordan muros y perfiles. Su auge incluso inspiró un nuevo nombre los millennials ahora conocidos como generación foodie, aplicaciones para comidistas o nuevas estrategias de márketing para el mundo de la hostelería.

Pero este nuevo mundo de imágenes tiene otras consecuencias. Según un estudio científico publicado en Journal of Consumer Marketing, las imágenes que hacemos de lo que vamos a comer tienen un componente psicológico muy importante que afecta nuestro consumo posterior e, incluso, al gusto.

Entre otras cosas, la investigación observó que tras proporcionar un pastel de color verde (del que no se revelaron los ingredientes) a un grupo de personas, aquellos que retrataron el plato antes de comérselo para compartirlo por Internet, les resultó más apetitoso que a quienes no habían hecho ninguna foto.

Otra prueba demostró que también los usuarios que ven fotos publicadas por otros de una receta saludable se sentirán mucho más proclives a consumirlo y, de hacerlo, este les sabrá mejor y su ingesta será más placentera que en ocasiones anteriores.

La explicación es sencilla: ver a otros hablar sobre sus hábitos saludables hace que nos parezcan más atractivos. Pero algo similar ocurre cuando somos nosotros los que realizamos la foto, ya que, de acuerdo con la investigación, iniciamos un proceso de interacción con la comida en la que anticipamos el placer que luego vamos a experimentar y que aumenta nuestra satisfacción cuando lo comemos.

Amanda Gómez

Con información de Yahoo.

Fotografía Gettyimages.