A male robot thinking about something. Isolated on white background.

El físico teórico Paul Davis explica en su libro The Eerie Silence que el porvenir de la inteligencia es postbiológica; es decir máquinas que puedan albergar consciencias posthumanas, o robots que puedan evolucionar por sí mismos, autoactualizándose.

“Creo que es muy probable –de hecho inevitable— que la inteligencia biológica sea sólo un fenómeno transitorio, una fase fugaz en la evolución del universo. Si algún día encontramos seres extraterrestres inteligentes, creo que es muy probable que sean de naturaleza postbiológica”, dice Davies.

El inicio de esta revolución podría precipitarse a través de la exploración espacial. Si queremos conocer otros planetas físicamente es muy probable que sea necesario que lo hagamos como ciborgs, de otra forma las grandes distancias y las condiciones adversas de otros mundos para nuestra biología serán difíciles de sortear. Este es el argumento del clásico Cyborgs and Space de Manfred Clynes y Nathan Kline, quienes en 1960 enunciaron los cimientos del transhumanismo sideral:

“Alterar las funciones corporales para adaptarse a los requerimientos de los ambientes extraterrestres sería mucho más lógico que proveer para el hombre un ambiente terrestre en el espacio. Es más fácil que el pez evolucione y aprenda a moverse fuera del agua, a que se lleve agua a donde quiera que vaya”.

La fusión del hombre y la máquina, tan anticipada y temida, levanta numerosas cuestiones éticas, especialmente en un mundo donde el acceso a esta supertecnología podría no ser un proceso muy democrático y equitativo. Pululan en el tintero imágenes apocalípticas de robots supremos que controlan al hombre. Todo esto es especulativo. El tiempo dirá.

LS

Con información de Pijamasurf.

Fotografía Gettyimages.