Allena Alayón cuenta con 10 años desempeñándose como docente de educación inicial, en la Unidad Educativa Sagrado Corazón de Jesús ubicada en Charallave, Estado Miranda. Desde que Allena empezó a estudiar la carrera de docencia en el instituto Tomas Lander, supo que ser maestra era lo suyo.

Desde su punto de vista, cuenta que ser maestra por estos días es difícil, porque la gran mayoría de los valores deberían ser aprendidos en el hogar y reforzados en la escuela,  “en eso me enfoco yo, en que mis alumnos desde muy pequeños conozcan el valor de cada cosa, como respetar, ser tolerantes, obedecer lo que es correcto, ser educados, entre muchas otras que aprendemos juntos día a día”, afirmó muy segura.

Mientras los pequeños se encontraban realizando actividades con colores y plastilina, Allena me comentaba que si no hubiera sido maestra, capaz hubiese sido repostera, porque gracias a la repostería se pudo pagar sus estudios universitarios y así combinó sus dos grandes pasiones, la educación y los postres, “aunque de vez en cuando también enseño a mis alumnos a hacer ponquesitos, es algo que a ellos les encanta y se divierten mucho”, comentó feliz.

Allena Alayón lleva más de 10 años educando a los más chiquitos.
Allena Alayón lleva más de 10 años educando a los más chiquitos.

“Me gusta incentivar a mis alumnos a que en el proceso de aprendizaje no le tengan miedo a las cosas nuevas, a temas, a materias, como la lectura o la escritura. Tengo niños que en la hora de lectura se dispersan y no les gusta formar parte de ese momento, para integrarlos lo que hago es realizar actividades de cuenta cuento o simplemente todos se sientan a mi alrededor para escuchar historias infantiles y así he logrado que se interesen por la lectura, que dejen volar su imaginación y que además sean participativos, desarrollando su nivel cognitivo” explica la maestra.

Cuando sugerí a Allena que compartiera algún consejo a las personas que se están formando para ser educadores, me explicó que “es fundamental que les gusten los niños y trabajar con ellos, cada niño tiene su carácter y una forma de aprendizaje distinta, debe ser constante, tener muchas ganas de enseñar y principalmente contar con toda la paciencia del mundo”, añadió con risa.

“Para mí ser maestra es lo más bonito que me ha pasado, me encanta que cuando los niños van creciendo y pasan los años se sigan acordando de su maestra de preescolar. Con esta profesión no nos hacemos millonarios en dinero pero ganamos millones de sonrisas y muchos recuerdos de todos esos niños que pasan por estas aulas”, finalizó.

Niños y niñas que se convierten en hombres y mujeres que forjan el futuro de nuestro país, pasando muchas veces más tiempo de pequeños en la escuela que con sus padres, me permito agregar. De allí la extraordinaria importancia de ser maestra o maestro de preescolar.

Desde elsumario.com los consideramos “héroes de todos los días”.

Patricia Aular