Expectación, eso era lo que rondaba desde hace días en torno al estreno del musical de Broadway Casi normal. No solo por el elenco que interpretaría la versión venezolana –Karina, Napoleón Pabón, Laura Guevara, Alejandro Sojo, Alí Rondón y Tico Barnet; bajo la dirección de Marcel Rasquin–, sino porque montar esa clase de espectáculos en Venezuela es muy costoso.

El pasado jueves 22 de octubre, a las siete de la noche, las luces del teatro del Centro Cultural Chacao se apagaron. No en su totalidad, claro. Las pocas que permanecieron encendidas mantuvieron el foco en el escenario. Entonces, la expectativa se convirtió en realidad.

Una muy buena banda, grandes voces, y una historia potente, mantuvieron enganchado al público durante dos horas. Al final, las venias de agradecimiento de los actores fueron el botón que hizo saltar a los espectadores de sus asientos para aplaudir a unos decibeles tan altos como los que enviaron las voces y los instrumentos del elenco.

La adaptación de la obra dio como resultado una versión muy venezolana, que ahonda en un lenguaje familiar para los caraqueños. Las voces de los seis intérpretes acariciaron, más de una vez, el corazón de los espectadores. Pero lo mejor de la noche, no cabe duda, fue Karina. Canto y actuación encontraron maravillosa armonía en el cuerpo de la popular cantante, que dio vida a Diana, la mujer cuyos altibajos (más bajos que altos) fueron la carnada para hipnotizar a los presentes.

En la rueda de prensa previa al estreno, Karina lució como una abeja reina: se elogió a sí misma con una mezcla de humor y arrogancia; dirigió rondas de preguntas, como si todo lo que sucediera en el salón dependiese de su orden; y se tomó la licencia de decir que la versión venezolana de Casi normal (Next to normal) es la mejor de todas. Una semana después, parecía la más interesada en respaldar con hechos sus palabras. Y, al menos ella, lo hizo.

Una actriz metida en su papel, luego de varios minutos en escena Karina había dejado de existir, para dar paso a Diana. Solo resucitó al final: la obra fue tan suya que nada más ella logró convencer a Marcel Rasquin para que, al culminar la función, saliera a recibir los aplausos del público.

Si habría que buscarle algún punto flaco a la presentación sería, quizá, un par de actuaciones que, dejando de lado las impecables voces de todo el elenco, no alcanzaron a transmitir tanto como pedía el personaje al que representaban.

De cualquier forma, la producción resultó bien lograda. El equipo de trabajo pudo adaptar una fuerte historia a la cultura venezolana, y mucho mérito de esto hay en Rasquin, quien dirigió el primer musical de su carrera.

Entretenida, divertida y fácil de digerir resultó Casi normal. Una historia que aborda los diferentes conflictos que se producen dentro de una familia, en este caso, enmarcados dentro de una tragedia que ninguno de los personajes supo cómo procesar. Víctimas de esa condición tan socialmente aceptada de renegar la tristeza y el dolor, la locura se apodera del día a día de una familia que solo quiere ser Casi normal. Casi, sí; porque normal, normal, no es ninguna familia: ni la tuya, ni la mía.

Aquí pueden ver toda la programación de esta primera temporada del musical.

LS

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