Quien dependa de medicamentos hará bien en controlar con regularidad que las condiciones en las que se conservan sean adecuadas, pues muchos deben ser almacenados por debajo de los 25°C para no perder sus cualidades.
Hay algunos formatos que son más delicados que otros. Los supositorios, por ejemplo, pueden derretirse si se ven expuestos al calor y eso hace que sus principios activos se distribuyan de un modo desigual, lo que puede afectar el resultado al aplicarlos.
Los aerosoles utilizados contra el asma pueden explotar, con lo que se pierden por completo. Si está de viaje, lo ideal es trasladar ciertas sustancias en una caja que conserve el frío. Lo único a tener en cuenta es que muchos medicamentos no pueden estar en contacto directo con los elementos de enfriado porque pueden congelarse. La insulina, por ejemplo, si se congela pierde su poder de acción.
En este caso la solución es sencilla: el medicamento puede ser envuelto en una toalla para que no tenga contacto con el hielo.
Sin embargo, lo mejor siempre es que consulte al farmacéutico sobre la debida conservación del medicamento que precise.
AG
Con información de dpa.
Fotografía Andrea Warnecke / dpa Themendienst / dpa-tmn.
