La derrota frente a Brasil resulta amarga. Dura y compleja de asimilar para el hincha venezolano. Más aún si se recuerda la imagen de Miku a punto de cabecear un balón al que no llegó, y que de haber impactado pudiese haber concretado el empate. El marcador 2-1 despidió de forma cruel la ilusión de un país que empezaba a animarse tras la victoria frente a Colombia.

Sin embargo, se debe resaltar la importante evolución de la Vinotinto. No en la Copa, sino en su cómputo global. El poco tiempo de trabajo que ha tenido Noel Sanvicente hacía dudar de una participación tan competitiva como la que tuvo la selección en Chile 2015. Son rescatables rasgos de asimilación de un nuevo modelo de juego, que empiezan a denotar lo que es y será la Vinotinto de Sanvicente.

En un país fútbol con tantos retrasos formativos como lo es Venezuela, la lucha contra ciertos dogmas limitantes ha sido la rutina de hombres como Sanvicente. La alineación, por ejemplo, de un jugador como Seijas en la primera línea de volantes, habla de las nuevas intenciones de un equipo que sin llegar al nivel de los grandes conjuntos extranjeros pretende valorar más el cuidado de la pelota.

Ver a un equipo jugando en corto, defendiendo hacia adelante –aunque frente a Brasil, por virtud del rival, no se pudo– y buscando asociaciones para atacar, ayudan a tener un semblante lleno de calma cuando se evalúa el provenir de la Vinotinto, cosa que no sucedía desde hacía mucho tiempo.

Esto no debe llevar a una visión exagerada de la realidad. Se debe recordar que en el grupo más parejo de Chile 2015, la única selección que no contaba con jugadores acostumbrados a pelear copas internacionales año tras año fue Venezuela.

Teniendo esto en cuenta, no queda más que resaltar el potencial de un gran cuerpo técnico, que rema contra limitaciones y que, no sin cierto aura de sorpresa entre los analistas más serios, logró el asentamiento temprano de sus ideas entre un grupo de jugadores que denota un inmenso compromiso cuando se enfunda la casaca nacional.

Venezuela, eso sí, sigue siendo un equipo verde. Un equipo que promete una evolución competitiva que le permita enfrentase sin pudor a cualquier selección del continente. Aún con muchas cosas por mejorar, la participación en Chile 2015 se evalúa como positiva. Y el mañana resulta, sino esperanzador, tranquilizante.

Lizandro Samuel

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Fotografía REUTERS/Ricardo Moraes