Henrique Lazo pertenece a una generación de venezolanos incansables. Toma cada reto con la debida responsabilidad y la puntualidad en su agenda es tan importante como el café

Muchos lo conocerán por haber sido productor de Arturo Uslar Pietri en su formato televisivo “Valores Humanos”, otros tantos por sus propias participaciones en la TV, otros por el cine, por el teatro, y otros más -bastantes- por la radio. Tal vez usted lo ha conocido en todas sus facetas, lo cierto es que nadie sabe de dónde saca tantas energías para mantenerse ocupado en todo lo anterior.

Tu pasión: el cine. Has hecho televisión, radio, teatro, también fútbol y artes marciales ¿Qué te queda por hacer?

Motocross, también motocross, que hay que jugarse la vida todos los fines de semana. El entrenamiento de nosotros era bajar y subir el cerro El Ávila. No hubo ni una sola vez que no me cayera. Todos los diciembres recuerdo el motocross, todos los huesos me crujen en esa temporada. Los huesos me dicen: “mira, ¿te acuerdas del guamazo que te metiste en Puerto La Cruz? Aquí estoy yo».

Me gustaría hacer un libro, pero eso es bien fregado. Yo estuve escribiendo diez años en El Universal, los domingos, y eran artículos de 2.500 o 3.000 caracteres, yo tardaba catorce o dieciséis horas en hacer cada artículo de esos. Tú puedes leer cualquier artículo de ellos y ves sudor detrás. Escribir un libro me encantaría hacerlo, un libro bueno.

¿Y un libro de qué?

Un libro que la gente empiece a leerlo y le dé nota. La Fiesta del Chivo, por ejemplo, la historia es insólita y está muy bien escrito, muy bien dramatizado. Si tú ves a los escritores antes del cine, son muy distintos a después del cine. El cine les echó a perder la vida a los escritores. Antes de la fotografía, veías a un pintor que se pasaba 37 semanas pintando un paisaje. Llegó un tipo y se le paró al lado: ¿qué estás haciendo ahí, compinche? ¿Pintando? Mira: ¡fraaap! (clic de cámara)…

Y nació el impresionismo, esto no es lo que veo sino lo que yo siento. Es una impresión de lo que está ¿Cómo le ganabas a un fotógrafo?

Qué es más grande: ¿tu colección de discos o tu colección de franelas?

Mi colección de franelas, porque discos ya no me queda ninguno. ¿Sabes que hice con todos mis discos de vinil? Fue una experiencia maravillosa, los agarré todos, me fui para la cuadra creativa y los coloqué tempranito en la mañana y me senté a ver cómo la gente se los llevaba de una acera. Hasta que no quedó ni uno. Cd´s tengo como unos diez o veinte, nada más. Es que todo está en Internet.

Tuviste también una idea muy loca o atrevida de emprendimiento hace unos cuantos años ¿Quieres echar el cuento?

Yo llegué de Inglaterra con mi título de director de cine y no conseguía trabajo en ningún lado. Fue difícil. Porque no había propiamente una industria del cine en Venezuela. El único o primer trabajo que conseguí fue con Germán Febres en Radio Capital, de dos a seis de la mañana, «Madrugada en Capital». Te invito a que vayas a mi monólogo, para que escuches ese cuento y te diviertas. Emprendimos juntos y luego cada uno, cada quien, hizo muchas más cosas.

La Mega fue tu casa por muchos años y los cambios a veces son traumáticos. Luego de todo ese proceso: ¿extrañas a los flacos de A la Cuenta de 3?

¡Caramba! ¿Tú extrañas el bachillerato?

De vez en cuando

Es una etapa que tu cumples, igual antes de ellos estuve con Erika de La Vega, con Ana María Simón y con Luis Chataing. Fue una etapa muy buena con Michelle Dernersissian e Iván Matta. Todo lo que viene tiene que ser mejor.

¿Sabes más que el diablo?

Bueno, este… Hay un mito que dice que el diablo se espanta con la luz. Y hay también otro mito, el de Las mil y una noches, de un jeque árabe, que todas las noches se acostaba con una mujer y en la mañana la mataba. Se consigue con dos mujeres, que le cuentan todos los cuentos y mil cuentos más (…) y les perdona la vida.

El caso de Florentino y El Diablo, es similar. A Florentino se le aparece el Diablo, y empieza a hacer coplas con el Diablo, hasta que llegue el amanecer y se vaya. Uno está como distrayendo al Diablo también, todos los días, para que no te lleve…

¿Cómo ves hoy día el cine venezolano?

Al cine venezolano le ha faltado siempre lo mismo: mercado. Pero en esta época se están haciendo más películas, mucho más. Cosa que es buena, pero el mercado es muy difícil. Nuestro cine tiene la ventaja que no tiene otro, es que el Estado te financia. Entonces como te financia el Estado no hay la obligación de la taquilla. En otros países no, haces una película y más nunca. Yo, por ejemplo, hice una película con el Estado venezolano y pagué hasta el último medio. Uno de los pocos. Y tengo ese crédito abierto con el Cenac.

Woody Allen, que es uno de los directores más prolíficos de la historia del cine, no tiene salas de cine en los EE.UU. Sus películas las pasan en el Lincoln Center, en su salita donde caben 80 personas. Porque en las salas grandes pasan Duro de Matar 5, Legally Blonde 7, El Código Da Vinci 6. Las películas de Woody las pasan en Europa, fíjate que sus películas son hechas en Europa, porque allí sí le dan salas de cine. Pero en EE.UU. (…) revientas un edificio, filmas o grabas sesenta persecuciones, explotan bombas.

¿Pero al cine venezolano le hace falta algo diferente que no sea el malandro, el sicario, el asesinato?

Bueno, el cine es directamente proporcional a la sociedad que lo produce. Eso es insoslayable.

En un momento de tu vida, saliste del país para formarte como profesional y regresaste ¿Cómo ves tú ahora el fenómeno migratorio venezolano? ¿Cuál es el lado positivo?

El lado positivo es para los países que albergan a esos venezolanos. Para Venezuela es como el poema de Andrés Eloy Blanco, La Loca Luz Caraballo: tu hija está en un serrallo, dos hijos se te murieron, los otros dos se te fueron detrás de un hombre a caballo. Venezuela se fue detrás de un hombre a caballo. Se beneficia más la ciudad de Miami porque alberga a un montón de venezolanos, por ejemplo. Allá se ha desarrollado el teatro y ha crecido con la influencia de los nuestros. En cambio, nuestro país es el gran perjudicado.

¿No ves en un futuro, si cambia el panorama, que ese talento funcione para edificar una nueva sociedad?

Ojalá, cuando yo era un chamo la idea era aprender un oficio en el exterior, que fue exactamente lo que yo hice, y venir a Venezuela a desarrollarlo. Yo regresé a dar clases, a formar, por seis años di clases en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Todo lo que hay de cine allí lo puse yo. Al menos los cimientos.

Pero ahora todos los venezolanos se quieren ir, los chamos se quieren ir. No a estudiar, a huir. Emigrar en el sentido estricto de la palabra.

¿Qué tiene que hacer el cine venezolano para que regreses a dirigir, a que vuelvas a hacer cine?

Encontrarme un productor. Yo soy director y producir es bien fregado. Y cuando uno produce y dirige siempre gana el productor. Es decir, cuando hago las dos funciones siempre me preocupo más de que esté mejor administrada la película a que esté bien dirigida y no debe ser así.

Necesito a alguien que se ocupe de eso y yo encargarme de la parte artística. En cambio, cuando uno produce y dirige está más pendiente de que no falte la comida al mediodía, netamente de producir.

Hasta la Noche te reunió de nuevo con Ana María Simón y te junta con Alonso Moleiro, ¿qué tal la transición?

No fue fácil, porque los flacos son muy buenos, Matta y Michelle, pero estos también son dos cuarto bate. Es otro tárget. Me siento muy contento y agradecido.

¿Qué fue lo mejor que te dejó trabajar con Arturo Uslar Pietri y Renny Ottolina?

De Arturo la puntualidad, el deseo de lo que tú hagas hacerlo sencillo para que la gente lo entienda. Esa obsesión de que la gente lo entienda, hacerlo popular. No ser un erudito, sino que tu discurso lo entienda la gente. En radio yo trato de que la gente lo entienda. Trato de ser didáctico.

De Renny el compromiso. Los dos se parecían mucho. A mí me quería más Renny que Arturo, pero bueno. Yo los quería mucho a los dos. Ottolina era un personaje.

No podíamos dejar pasar la oportunidad de aplicarle a Henrique el cuestionario Pivot.

¿Cuál es tu palabra favorita?

Tolerancia.

¿Cuál es tu palabra menos favorita?

Dogma.

¿Qué te gusta?

La playa.

¿Qué te disgusta?

El abuso.

¿Cuál es el sonido que más te gusta?

El de una guitarra.

¿Qué sonido odias?

El de un teléfono CANTV.

¿Qué profesión, además de la que tienes, te gustaría ejercer?

Veterinario.

Si el cielo existe ¿qué te gustaría que te diga Dios cuando llegues a las puertas celestiales?

Tenemos DirecTV.

Para finalizar, les dejamos con el siguiente video en el que Henrique nos regaló un especial saludo para El Sumario.

Kir-Her Yánez

Producción audiovisual @harryfebres