El uso correcto de autobronceadores le dará un color hermoso y saludable a tu piel. Aprende a aplicarlos y a escoger el mejor según tu piel

Los rayos solares son necesarios para que el nuestro cuerpo desarrolle vitamina D, importante para la prevención de la osteoporosis e indispensable para otras muchas funciones vitales. Sin embargo, la exposición debe hacerse con precaución, ya que en exceso pueden ser los causantes de múltiples inconvenientes como manchas, fotoenvejecimiento e incluso cáncer de piel.

Así que para reducir la exposición excesiva a los rayos solares y mantener un bronceado envidiable existe una solución: los autobronceadores. Estos productos colorean la piel sin que exista generación de melanina (pigmento natural responsable del color del cuerpo) gracias a un ingrediente activo conocido como la dihidroxiaceton, y son una opción segura para la piel, a diferencia de las camas solares.

Pero a la hora de elegir una presentación es necesario tomar en cuenta nuestro tipo de piel.  Es así como los formatos líquidos son ideales para pieles mixtas o grasas, mientras que las pieles secas se comportarán mejor con las presentaciones cremosas y espesas. Los productos en aerosol resultan muy fáciles de aplicar y permiten llegar sin problema a todas las áreas del cuerpo. Mientras que las texturas en gel son muy frescas y ligeras, convirtiéndose en los favoritos de las pieles sensibles y delicadas, incluyendo la de la cara.

Las toallitas son el complemento perfecto para el bronceado exprés, ya que son ideales para un retoque relámpago. Y recuerda que la piel rugosa se colorea con poca uniformidad, mientras que el tejido cicatrizado no produce ninguna reacción al contacto con el autobronceador.

Prepara tu piel y comienza el proceso

Con la piel absolutamente limpia, sin cremas y previamente exfoliada se procede a aplicar siguiendo un orden específico. Es recomendable empezar por los tobillos e ir subiendo. En cuanto a los pies, deben evitarse las plantas y aplicar en el empeine una dosis muy pequeña. Sigue con las piernas, glúteos, abdomen, pecho, hombros y brazos, terminando hacia el dorso de las manos con movimientos circulares.

Inmediatamente después de aplicar el producto, debes lavarte las manos, raspando bien en palmas, uñas, cutículas y dedos con agua jabonosa y un cepillito. Inmediatamente después busca ayuda para la aplicación en la espalda. Es recomendable que el cuello y el rostro sean tratados con productos específicos para estas zonas, acorde con tus necesidades.

Por último, espera un tiempo prudencial para que sea absorbido completa y uniformemente, porque aunque algunos advierten que no manchan la ropa, al vestirte puedes llevarte parte del bronceado. Y si tienes alguna duda sobre el uso de estos productos, no dudes consultar con tu dermatólogo.

EC

Con información de Estética y salud.