Toma un vuelo diariamente y hace parte de su trabajo mientras viaja en el avión

Sam Cookney es un empleado del sector de la tecnología que actualmente vive en un apartamento de dos habitaciones en Barcelona, España: un piso céntrico y bonito, con terraza en el techo, en pleno Barrio Gótico. Paga 800 euros al mes, más 125 en gastos. La burbuja inmobiliaria londinense, cada vez más descontrolada, hace que un piso similar se dispare hasta los 3.318 euros mensuales, gastos aparte, lo cual le deja mucho margen para comprar billetes de ida y vuelta a la capital inglesa por 150 euros cada uno. Quizá el único efecto colateral de su estrategia es el desajuste que puede generar en su cuerpo el cambio climático.

Según Cookney, todo son ventajas en su sistema: desde poder disfrutar del sol de Sitges los domingos, hasta la superioridad de la comida española. De la puerta de su casa hasta la de su oficina en Londres tarda unas cinco horas y media. Suena como una locura, pero si toma el vuelo de las siete de la mañana llega al trabajo a las doce; de esta forma, puede hacer parte de su carga laboral en el tiempo del vuelo. Sus jefes, hasta el momento, no le han puesto ningún obstáculo.

Sam es soltero y escribe con frecuencia sobre la experiencia de coquetear a través de las redes en el siglo XXI. Ahora que vive entre dos ciudades, también tiene el doble de oportunidades para encontrar pareja. Afirma que solo el amor  le podría hacer cambiar su nuevo estilo de vida. En su cuenta de Twitter, @Sam_Cookney, fue documentando, a principio del mes de agosto, como era su día corriente de trabajo, desde llegar a la terminal de Vueling, en El Prat, a las seis y cuarto de la madrugada, hasta disfrutar de una preciosa vista de la Millbank Tower desde la ventana de su empresa.

LS

Con información de Yahoo! Noticias.